Vale que es la capital, que tiene el Muro y la Puerta de Brandenburgo. Pero Alemania no es sólo Berlín. Ni Hamburgo. Ni Múnich.
Fráncfort del Meno (más conocida como Frankfurt) quizá no es la primera opción turística que te viene a la mente, pero esta ciudad alemana ofrece demasiadas razones como para no darle una oportunidad si estás pensando en hacer una escapada próximamente.
El HuffPost ha elaborado una lista de motivos para visitarla y una lista de planes que no te puedes perder cuando des el paso.
Sus modernos rascacielos —la Torre Commerzbank, de 259 metros, la Messeturm, de 257, o la Maintower, de 200— comparten escenario con históricos edificios, como la Ópera Antigua, del siglo XIX, la catedral gótica de San Bartolomé y las fachadas clásicas de la plaza del Ayuntamiento, el Römer.
¿Has oído hablar del Apfelwein? Si vas a Frankfurt, lo verás por todas partes, y además lo probarás. El Apfelwein, o vino de manzana, es una especie de sidra de la que hacen bandera casi todos los francforteses.
Es más, tiene su propio vaso personalizado: el Geripptes. Se dice que su diseño de rombos se eligió para evitar que a la gente se le resbalasen los dedos después de comer carne (muy grasa) con las manos.
Tan simbólico resulta este vaso que el estudio de arquitectura Schneider + Schumacher se inspiró en su modelo para diseñar la Westhafen Tower, una torre de más de 100 metros a orillas del río Main, que se conoce popularmente como das Gerippte.
Concretamente, está en la torre Maintower, a 200 metros de altura, desde donde se pueden disfrutar de vistas como esta:
(Nota: no hace falta sudar la camiseta para poder admirar las vistas. Basta con hacer cola en la entrada de la torre y subir al mirador... en ascensor).
Siendo el principal centro financiero europeo —con la sede del Banco Central Europeo (BCE), del Deutsche Bundesbank y de la Bolsa—, Frankfurt atrae cada vez a más población de todas las culturas.
En los últimos años ha crecido hasta alcanzar los 750.000 habitantes, y se espera que esta cifra siga aumentando. Como curiosidad, en el área de Frankfurt destaca la comunidad coreana, que conforma el mayor grupo de población del país asiático en Europa.
Los francforteses están de celebración, ya que su Römer, su centro antiguo, ha sido recientemente reinaugurado.
Se trata de un pequeño grupo de casas que quedaron totalmente destruidas por los bombardeos de la aviación inglesa en la Segunda Guerra Mundial, y que en los últimos años han sido reconstruidas con todo detalle para dar a la ciudad el aspecto que tenía antes de la Guerra.
Este es un motivo en sí mismo para visitar la ciudad alemana. Se trata de un lugar donde el dueño, el israelí David Ardinast, suele recibirte con una copa de araq, donde puedes arrancarte a cantar y bailar entre las mesas y donde puedes probar quizá unos de los mejores hummus, tabulé y tahina del mundo.
Octubre, conocido entre los francforteses como el mes dorado por marcar el comienzo del otoño, es su mes fetiche, el que acoge su Feria del Libro: la mayor feria comercial de libros del mundo.
Este año se celebra del miércoles 10 al domingo 15 de octubre y, aunque sólo es visitable por el público los dos últimos días, la ciudad organiza numerosas actividades literarias a lo largo de esos días en diferentes escenarios.
Seguro que Johann Wolfgang Goethe, uno de los vecinos más ilustres de Fráncfort —donde también puede visitarse su casa natal—, estaría orgulloso de sus compatriotas.
De hecho, puedes encontrar billetes de ida y vuelta desde Madrid con Ryanair a partir de 80 euros.
La ciudad de Frankfurt siempre ha estado muy vinculada al comercio, y eso se nota especialmente en Navidad: su mercado navideño, que desde finales de noviembre se extiende prácticamente por todo el centro de la ciudad, es uno de los más grandes y visitados de Europa. Puede que sea el único momento del año en el que los francforteses cambien el Apfelwein por el Glühwein, el tradicional vino caliente navideño.
En el hotel Capri by Fraser, que ofrece habitaciones-estudios del tamaño de un pisito (entre 32 y 47 metros cuadrados) lo suficientemente equipadas como para poder hacer vida allí o, simplemente, para darte un capricho.
- Marina Velasco