Ocho cosas que no puedes perderte cuando visites Varsovia

1. LA LEYENDA DE LA SIRENITA

No sólo en Copenhague hay sirenitas. De hecho en Varsovia es uno de los principales símbolos de la ciudad y, a diferencia de la danesa, la podemos encontrar con su escudo y con su espada en lugares tan emblemáticos como por ejemplo su céntrico rynek (plaza de mercado).

 

¿Pero por qué una sirenita guerrera? Todo comenzó con la leyenda que da nombre a la ciudad.

 

Y es que aunque nosotros conocemos a la capital de Polonia como Varsovia en español, su nombre original en polaco es Warszawa y procede de una leyenda mucho más mágica y romántica.

 

La de su sirenita, llamada Sawa y que un día según cuentan llegó por casualidad a las orillas de Vístula (el río que baña la ciudad). Dicen que Sawa llamó tanto la atención que un hombre rico de la zona la capturó y decidió quedársela para sí.

 

Cuentan, que un pescador de nombre Wars la encontró y se enamoró perdidamente. Wars junto con otros hombres la liberaron de su cautiverio y Sawa en agradecimiento, prometió proteger la ciudad con su espada siempre que fuera necesario.

 

Y por ello, de esta historia de amor entre Wars y Sawa surgió el nombre de la ciudad y la sirenita se convirtió en el símbolo de Varsovia.

2. UN BAÑO REAL CON JARDÍN CHINO Y MÚSICA

El Parque Ładzienki o de los “Baños Reales” es un complejo de jardines y palacios de los más bellos de Europa.

 

Recibe este nombre ya que en un primer momento se concebió como unos baños por un noble, aunque más tarde el rey Ponietowski lo convirtió en una de sus residencias antes de que pasasen a ser propiedad de la ciudad.

 

Hoy es uno de los pulmones de Varsovia y dentro de sus 76 hectáreas de extensión hay una infinidad de monumentos y edificios que se pueden visitar como el antiguo palacio del rey, la Biale dom (la casa blanca), la antigua Orangeria y hasta un anfiteatro.

 

También como curiosidad, hace algunos años China regaló un pequeño jardín que se encuentra en medio del parque. Para muchos, un pequeño pedazo del país de sol naciente dentro de Varsovia.

Además en el monumento más famoso del mundo a Fryderyk Chopin (posiblemente el varsoviano más ilustre), hay una zona habilitada para realizar picnics y relajarse leyendo un libro con la particularidad de que allí, durante el verano y también durante el mes de septiembre desde hace 50 años, los fines de semana se realizan conciertos de música clásica que atraen a muchos turistas y melómanos.

3. DESTELLOS DEL NEÓN

Hay muchos museos interesantes en Varsovia pero quizás no hayas oído hablar de uno un tanto desconocido y underground que se encuentra en el barrio de Praga (de lo poco que quedó intacto por los alemanes ya que fue utilizado como arsenal). Allí, en una de esas antiguas naves de ladrillo en un lugar no tan evidente se esconde el museo del neón.

 

Se trata de una colección privada de letreros luminosos y fosforescentes que durante la época comunista suponían la única nota de color para anunciar y llamar la atención de los negocios entre tanto gris.

 

Nombres de locales, pequeñas imágenes y algunos símbolos que se han recuperado para viajar al pasado de la mano de estas coloridas luces (que originalmente son de color rojo anaranjado) y de los establecimientos a los que representaban.


La exposición no es muy grande, mostrando unos 35 neones de diferentes tamaños y formas, aunque hay planes para ampliarla. La entrada ronda los 10 PLN (unos 2,5 €) y dicho importe se reinvierte para poder seguir restaurando nuevos carteles.

4. EL TECHO DE POLONIA

Para muchos el símbolo de la ciudad. El Palacio de la Cultura y la ciencia (Palac Kultura i Nauka) se construyó durante el período que va del 1952 al 1955. Fue un “regalo del pueblo soviético al pueblo polaco” por iniciativa del mismísimo Stalin.

 

Sus inmensos 237 metros de altura (42 pisos) y sus más de 3000 habitaciones lo convierten en el techo de Polonia.

 

Su simbología comunista hace que mucha gente lo mire todavía con recelo recordando aquella época, aunque en la actualidad la ciudad le ha dado un lavado de cara y lo ha convertido en punto de encuentro de la juventud y en un lugar muy dinámico en donde hay cines, teatros, restaurantes además de oficinas y universidades.

 

En su piso 30, a unos 114 metros, está una de sus principales atracciones, un mirador desde el que cual se contemplan inmejorables vistas panorámicas 360º de Varsovia.

5. LA CASA COMUNISTA DE CUÉNTAME

Horario: Lun.-Dom. 10 am – 4pm Entrada: 8 PLN / reducido 5 PLN

Al más puro estilo de la serie “Cuéntame”, como si el tiempo se hubiera detenido, hay un lugar en Varsovia que conserva el aspecto de los tiempos de la República Popular de Polonia durante la época comunista.

 

Es el museo PRL (Polska Rzeczpospolita Ludowa) en donde se recrea un auténtico piso y una tienda, con objetos originales que describen la vida y la realidad de los polacos y de aquella sociedad durante las décadas de los años 50 a los 80.


Por aquel entonces la escasa variedad de muebles y la falta de dinero para comprarlos hacía que las casas de los polacos fueran acumulando cosas de años anteriores y se convirtieran prácticamente en unas copias las unas de las otras.

 

En el museo PRL si cierras los ojos y te dejas llevar podrás retrotraerte a aquellos años y ponerte en la piel de cómo vivían entonces. Todo un viaje al pasado a la Polonia comunista en donde los polacos más nostálgicos recordarán su infancia.

6. POLIN, LA HISTORIA DE LOS JUDÍOS POLACOS

Imposible hablar de Varsovia y conocer su historia sin mencionar a la comunidad de judíos que llegó a Polonia durante la Edad Media.

 

En el barrio de Muranow, donde solía estar uno de los principales ghettos durante la II Guerra Mundial se levantó en 2014 el museo de la historia de los judíos polacos (declarado mejor museo europeo en 2016).

 

Enfrente está uno de los monumentos a los héroes del ghetto, lugar donde el canciller alemán Brandt se arrodilló en 1970 en lo que se considera una disculpa del pueblo de Alemania por los crímenes del holocausto.

 

El edificio del museo tiene una hendidura que simboliza el cruce del Mar Rojo por parte de los israelitas. Dentro se cuenta la historia de dos naciones y su devenir hasta la actualidad.

 

En la fachada del museo se puede leer la palabra Polin, que en hebreo significa Polonia y también “aquí descansarás”. Quizás por ello fue interpretado durante la Edad Medi como símbolo de buen augurio por los judíos durante los tiempos convulsos de las persecuciones religiosas.

7. HAZTE UN SELFIE CON CHOPIN

En Varsovia el bueno de Fryderyk Chopin está en todas partes, no en vano es uno de los patrimonios de la ciudad. Tranquilo, no es que su espíritu esté campando libremente.

 

Una cosa curiosa y divertida que no te has de perder cuando visites Varsovia es hacerte un selfie con el compositor. Y te preguntarás, ¿cómo es posible? Pues a través de una app que has de descargarte que se llama “Selfie con Chopin”.

 

Esta aplicación te avisa de cuando estás cerca de algunos lugares emblemáticos del compositor varsoviano y te permite obtener diferentes instantáneas en modo selfie con él.

 

Un reto divertido recorrer la ciudad y coleccionar las fotos con sus diferentes imágenes. Además mientras que lo buscas, en Varsovia hay 15 bancos interactivos en donde poder sentarse y presionando un botón, podrás escuchar algunas de sus composiciones más famosas.

8. EL JARMARK O MERCADO TRADICIONAL NAVIDEÑO

En Polonia son típicos los clásicos mercados navideños y por supuesto en Varsovia no iba a ser una excepción.

 

Cuando llega la navidad y la nieve algunas de las principales plazas como la de rynek (plaza del mercado) se visten de Jarmark bożonarodzeniowy con decenas de puestecitos, de luces navideñas, música y de mucho encanto que llenan a los transeúntes no sólo de espíritu navideño sino también de un montón de comida y dulces típicos.

 

Además para combatir el frío se puede beber el grzane wina o vino caliente y acompañarlo con el oscypek (queso de cabra ahumado de las montañas de Polonia) y la kielbasa (salchicha típica polaca). Los mercados navideños principales de Varsovia son el del barrio de Wola y el de su zona vieja.

 

- Alberto Menéndez Sánchez