Los Franzbrötchen son tan emblemáticos en Hamburgo como los cruasanes en París, los pastéis de Belém en Portugal o las galletas danesas en Copenhague. Estos bollos de hojaldre y mantequilla están tiernos por dentro y llevan una cobertura ligeramente pringosa de azúcar caramelizado y canela.
Sería un verdadero delito visitar la ciudad hanseática y no probar uno; te aseguro que te vas a chupar los dedos, sobre todo si lo acompañas de un buen café.
Hay muchos locales en los que puedes disfrutar de un Franzbrötchen y una bebida caliente por unos cinco euros, pero, si eres cafetero, te recomiendo el Café Elbgold, en Lagerstraße. Sirven un café espectacular y el latte también está de muerte.
La difusión de los tours gratuitos es una de las mejores cosas que le han ocurrido a la humanidad (y, sobre todo, a los que nos apasiona descubrir sitios nuevos) en los últimos años.
La mecánica de estas visitas guiadas es siempre la misma: uno paga lo que considera justo, así que no dudes en premiar el trabajo del guía con una buena propina.
El recorrido por la ciudad tiene una duración de unas dos horas, y puedes elegir entre un tour por el centro histórico (sale todos los días a las once de la mañana del ayuntamiento) o por St. Pauli y la Reeperbahn (el punto de encuentro es en el Hard Rock Café a las dos del mediodía).
La entrada a este precioso parque público, uno de los mejores lugares para dar agradables paseos y disfrutar de la naturaleza, no te costará ni un céntimo.
El parque no solo alberga el jardín botánico de Hamburgo, sino que hay, además, un jardín japonés, una rosaleda, invernaderos repletos de plantas exóticas, lagos y estanques, zonas de juegos, conciertos y actuaciones gratuitos y un montón de rincones en los que relajarse.
Se trata de un verdadero oasis en medio de la ciudad. Lo más destacado de la visita es probablemente el increíble espectáculo de agua y luces de colores que tiene lugar casi todas las tardes entre mayo y octubre, cuando el parque se convierte en la versión alemana del Bellagio de las Vegas.
Más de setenta mil personas acuden al Fischmarkt cada domingo y, si pasas un fin de semana en Hamburgo, no deberías perderte por nada del mundo este lugar icónico, que supone un verdadero festival para los sentidos y abre a las cinco de la mañana entre abril y octubre y a las siete el resto del año.
No esperes encontrarte solo puestos de pescado; en esta lonja venden de todo, y además hay música en directo, cerveza, tenderetes de comida y una muchedumbre compuesta a partes iguales por madrugadores y fiesteros que llegan desde la Reeperbahn para recuperar fuerzas tras una noche de juerga.
La entrada es gratuita, así que los diez euros te los puedes gastar en un bocadillo de pescado y una bebida.
Los cruceros turísticos por el puerto son estupendos, pero cuestan unos dieciocho euros por persona, así que, ya de primeras, tenemos que descartarlos por motivos obvios.
Si vas con el presupuesto justo, una muy buena alternativa es usar el transporte público (a cargo de la empresa HVV). El ferri número 62 sale del muelle 3 (Landungsbrücken) y recorre los lugares más interesantes del puerto. Además, puedes bajarte y volver a subir si hay algo que te llama la atención y que quieres explorar más a fondo.
Si no, siempre tienes la opción de hacer el recorrido completo de una tacada y limitarte a disfrutar de las vistas. El billete que te permite usar el transporte público (ferri incluido) todo el día excepto en las horas punta es una opción perfecta y cuesta en torno a seis euros.
Strand Pauli es el sitio perfecto si, durante tu escapada a la ciudad, te entra mono de playa. Es un lugar pensado para descalzarse, sentir la arena en los pies y tomarse unas cervezas bajo el sol.
La terraza al aire libre es enorme y la decoración te traslada a una isla tropical, aunque rodeada por el puerto industrial de Hamburgo. En resumen, es un bar imprescindible para disfrutar en los días de buen tiempo. Un botellín de Astra, la cerveza local, cuesta 2,80 euros, así que tienes margen para tomarte hasta tres.
El antiguo Túnel del Elba se encuentra a unos 24 metros de profundidad y recorre unos 500 metros bajo el río.
Cuando se construyó, allá por 1911, fue todo un hito de la ingeniería y aún a día de hoy lo siguen cruzando peatones, ciclistas y algún que otro vehículo.
Te recomiendo que sigas su ejemplo por tres razones: es gratis, el interior es bastante interesante (incluso se pueden admirar algunas obras de arte de temática marítima) y desde el otro lado se tienen unas vistas estupendas del río y la ciudad.
La “ciudad de los almacenes” de Hamburgo, Speicherstadt, es un lugar único que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 5 de julio de 2015 y que te hace sentir como si estuvieras en un decorado de película, con sus canales y su espectacular arquitectura.
Pasear por el barrio es un verdadero placer y, si te va la fotografía, seguro que encuentras mil y un rincones que inmortalizar.
En sus almacenes se concentra gran parte de la producción mundial de alfombras, además de té, café, cacao y especias. Si crees que eso significa que es un buen sitio para tomarte un café, un té o un chocolate caliente, estás de suerte. En la Speicherstadt Kaffeerösterei puedes disfrutar de un café cargado y delicioso, y de tartas y bollos caseros exquisitos.
La torre de la Iglesia de San Miguel mide más de 130 metros de altura. Seguro que, nada más leer eso, a alguno ya le están entrando sudores de pensar en la cantidad de escalones que habrá que subir para llegar a lo más alto, pero que no cunda el pánico, porque cuenta con un ascensor (estos alemanes están en todo).
Visitar la torre cuesta cinco euros y desde arriba se tienen unas vistas panorámicas incomparables de toda la ciudad, el puerto y el río.
Es sin duda uno de los lugares de visita obligada para cualquier turista. También puedes explorar la iglesia (la entrada es gratuita), pero, desde luego, lo más memorable son las vistas desde la torre.
Dado que esta es una lista de cosas que hacer por menos de diez euros, nuestra sugerencia oficial es que pruebes la increíble Riesencurrywurst de Erika’s Eck por 8,50 euros.
Aunque no se puede negar que está riquísima, sería un despropósito que no te recomendáramos sus Schnitzel. Cuestan 10,90 euros, así que en teoría no deberían aparecer en este artículo, pero, si eres una persona que se rige por sus propias normas y a la que le gusta vivir al límite, haremos la vista gorda mientras te gastas esos noventa céntimos de más y te pides uno de esos deliciosos escalopes para cenar.
Erika’s Eck es toda una institución en la ciudad y abre de cinco de la tarde a dos del mediodía.
- Dee Murray