Si vas a Varsovia y tu presupuesto no es como para tirar cohetes, no te preocupes. No es una ciudad cara, así que puedes comer en condiciones y ver un montón de sitios interesantes sin dejar la tarjeta tiritando. Por si te hace falta inspiración, aquí tienes diez cosas que puedes hacer en Varsovia por menos de diez euros…
Bułkę przez Bibułkę es uno de esos locales en los que te sientes como en casa desde el primer minuto y encima sirven un desayuno/brunch para perder el sentido. Es un lugar superacogedor, vamos, lo que uno espera de cualquier cafetería o pastelería, y te puedes tomar un desayuno delicioso y totalmente digno de Instagram junto con un café estupendo por entre cinco y ocho euros. Las tartas también están de miedo, así que no dudes en volver en otro momento del día para engullir alguno de sus postres. O, si lo prefieres, vuélvete loco y pídete tarta para desayunar. No te juzgaremos, de verdad. De hecho, igual hasta seguimos tu ejemplo.
Por dieciocho zloty, algo más de cuatro euros, este museo te ofrece una perspectiva completa del alzamiento de Varsovia contra la ocupación nazi en 1944, un acto increíblemente heroico que por desgracia terminó en fracaso. Se trata de un museo interactivo, repleto de información sobre la Varsovia de la época, además de historias sobre los valientes que decidieron luchar y enfrentarse al opresor. El levantamiento es una parte fundamental (aunque relativamente desconocida) de la historia de la ciudad, así que este museo es de visita obligada.
El precioso Parque Lazienki ocupa una extensión de 76 hectáreas en el centro de la ciudad y es un lugar genial para pasar la tarde. Hay pavos reales, palacios, castillos, garitas y en verano incluso se celebran conciertos de Chopin al aire libre todos los domingos. El lugar está lleno de familias, parejas, gente corriendo, tomando el sol o pasando el día tranquilamente. No es habitual que un parque ocupe el número uno entre las atracciones de una ciudad en TripAdvisor, así que no te lo pierdas. Además, por si todo esto fuera poco, la entrada no te va a costar ni un céntimo.
Probablemente no haga ni falta que te recomendemos pasear por esta calle porque es quizá la más famosa de todo el país. Pero nunca está de más recordarlo… La calle se extiende a lo largo de un par de kilómetros y está repleta de edificios preciosos y notables, como el Palacio Presidencial y la Iglesia de la Santa Cruz, donde reposa el corazón del residente más célebre de la ciudad, Chopin. Para disfrutar de la calle no tienes que gastarte nada, pero puedes tomarte algo en una de las cafeterías o bares, observar a la gente que pasea por allí e impregnarte del ambiente del lugar.
Visita el Museo Interactivo del Miedo de Varsovia si quieres llevarte el susto de tu vida. ¿Por qué? Pues… La verdad es que no se me ocurre ningún motivo. Eso sí, solo te costará seis euros. No podemos desvelarte demasiado sobre lo que ocurre en la atracción más terrorífica de Varsovia, pero que quede claro que vas a tardar en olvidar la experiencia y que no nos hacemos responsables si luego tienes pesadillas. Por cierto, si vais en pareja, igual os conviene uniros a un grupo (así hacéis piña y os dais apoyo psicológico unos a otros) y, si no os gusta que os toquen, este no es vuestro sitio. Hay espectros que tienen la mano muy larga…
Si coges el tranvía desde el centro de la ciudad y cruzas el río hasta el barrio de moda, Praga, puedes visitar el edén de los neones. Durante la Guerra Fría, las señales de neón eran un símbolo de éxito y prosperidad, y abundaban por toda la ciudad. En la era poscomunista, quedaron relegados al olvido, pero la fotógrafa Ilona Karwińska y el diseñador gráfico David Hill han dedicado todos sus esfuerzos a recoger, restaurar y preservar los neones polacos y ahora los muestran junto con información y otros artefactos relacionados. No se tarda mucho en ver el museo, pero te alegrarás de haberlo hecho. Es un lugar genial (como suele ocurrir cuando la gente monta algo con toda la ilusión) y solo cuesta diez zloty. Al cambio, son unos 2,36 euros. Vamos, que es casi gratis.
En Mr Pancake, como se puede deducir por el nombre, sirven tortitas. Pero no te preocupes, que no te van a poner unas tortitas de esas que casi da hasta pena verlas. Aquí te puedes poner hasta arriba con las tortitas más elaboradas y deliciosas que hayas probado en tu vida. Una pesadilla para tu nivel de colesterol. ¿Conoces el programa MTV Tuning? Pues esto es lo mismo, pero con tortitas en vez de coches. Empieza pidiendo las tortitas y luego elige M&Ms, Oreo, salsa de chocolate o tofe, ositos de gominola o montañas de crema Chantilly. El local está a un kilómetro de la universidad (en Krakowskie Przedmieście) y, si no quieres que dudemos de tu salud mental, más vale que vayas planificando tu visita a este sitio. Las tortitas y una bebida te saldrán por unos cinco o seis euros.
El Museo Polin de la Historia de los Judíos Polacos documenta la historia de la población judía en el país desde la época medieval. La entrada cuesta solo 25 zloty (unos seis euros) y por ese dinero podrás pasar horas descubriendo el fascinante y en muchas ocasiones duro pasado de los judíos polacos. El museo abrió sus puertas en 2013, lo que quiere decir que es bastante nuevo, y además es interactivo, está bien diseñado y tiene un montón de exposiciones multimedia. Te van a hacer falta varias horas para verlo todo, porque el museo engancha y te permite descubrir una parte clave de la historia de la ciudad y del país.
Si vas a Polonia, tienes que comer pierogi. Aquí no hay excusas que valgan. Igual que tienes que comer pizza cuando vas a Italia o una hamburguesa cuando vas a Nueva York. Los pierogi son básicamente ravioli polacos, pasta rellena cocida o frita y servida con mantequilla. Los puedes encontrar en cualquier rincón de la ciudad, pero si quieres gastarte menos de diez euros, Zapiecek es tu sitio. Puedes probar varios tipos y tomarte una cerveza polaca por unos ocho o diez euros. Por cierto, cada plato lleva nueve pierogi, así que ve con hambre y no te pases pidiendo. Ah, y prueba los de arándanos, que están espectaculares.
Es el edificio más alto del país y fue presentado por nada más y nada menos que Joseph Stalin como “un regalo del pueblo soviético a la nación polaca”. En sus inicios se llamaba Palacio Joseph Stalin de la Cultura y la Ciencia (qué poético, ¿verdad?), pero el nombre se cambió en cuanto desapareció el estalinismo. No es el edificio más popular de Varsovia, y a pesar de que alberga casi 3500 salas no hay mucho que hacer dentro, pero es un lugar estupendo para disfrutar de unas vistas increíbles de la ciudad. Puedes coger un ascensor hasta la planta treinta por unos cinco euros. Desde allí, tienes una panorámica increíble de toda la ciudad. Además, el edificio está precioso con la iluminación nocturna, así que no te olvides la cámara.