¿Hay algo mejor en esta vida que un chocolate suave y de calidad que se derrita en la boca? Estamos prácticamente seguros de que no lo hay, y resulta que en Europa pueden encontrarse algunos de los chocolates de mayor calidad, más suaves y que mejor se derriten en la boca.
Para todos los adictos al chocolate, he aquí una lista bien dulce de algunos de los mejores chocolates que ofrece el continente y que están a solo un vuelo de distancia. Abróchense los cinturones, que vamos a pasar por una zona de antojos asegurados.
Fassbender Rauch. Estas son las únicas dos palabras que todo adicto al chocolate debe recordar cuando visite Berlín.
El mayor emporio del chocolate del mundo abrió sus puertas en 1863 y ahora cuenta con una tienda de bombones, una chocolatería y un restaurante de chocolate.
Elige entre sus 10 tipos de chocolate a la taza y una de sus tartas, todas mortalmente buenas y tan bonitas que te dará pena comértelas. Es broma. Nada ni nadie podrá evitar que te las zampes, y es que son sublimes.
Además, te recomendamos llevarte una caja con algunos de sus perfectos pralinés y trufas. Y no te pierdas las esculturas de chocolate, aunque no son comestibles.
Un adicto al chocolate se siente en Bruselas como un niño en una tienda de golosinas. Es de esas ciudades en las que resulta normal pedir un trozo de tarta y comértelo, pedir otro trozo y acompañarlo de un chocolate caliente y comprar una caja enorme con los mejores bombones del mundo en el mismo sitio.
Es realmente difícil quedarse con solo una de las muchas experiencias chocolateras que ofrece Bruselas, pero si no nos queda más remedio, elegimos Pierre Marcolini.
Sus bombones te costarán bastante más que una tableta de chocolate, pero cuando tengas ante ti la dulce visión de sus bombones y pasteles, querrás gastarte todo el dinero que te quede en ellos. Procura no llegar al extremo de hipotecar la casa.
Bernachon está detrás de algunos de los mejores bombones de Francia, no solo de Lyon. Además, elaboran el chocolate ellos mismos e incluso tuestan los granos de cacao a su gusto. Tienes que ir y probar dos cosas: Le Président y Les Palets Dor.
La primera es la tarta marca de la casa de Bernachon, una esponjosa genovesa de chocolate con praliné de avellana y confitura de cereza envuelta en las hojas de chocolate más delicadas que uno pueda imaginar: se disuelven en la lengua.
Los Palets Dor son bombones de ganache decorados con una hoja dorada. Ambos son gloriosos, y merecen sin duda alguna el correspondiente desembolso.
El café Mondieu, en Bratislava, tiene chocolate fundido de barril. DE BARRIL, sí. Blanco, con leche y oscuro, todos listos para ser vertidos en la taza más cercana e ir directos a tu boca.
Además de servir un irresistible chocolate caliente, puedes pedir un trío de cruasanes y bañarlos con cada uno de los chocolates, además de recipientes para mojar y una selección de tartas tan deliciosas que dan ganas de llorar.
El sitio está siempre lleno de gente contenta, probablemente por el chocolate, de barril. En el Mondieu también puedes comer cosas sanas, si es lo que realmente quieres...
En la calle principal del centro histórico de Vilna se sitúa el AJ Šokoladinės. Desde fuera no parece demasiado grande, y está en una zona de mucho paso. Pero no pases de largo.
Entra y prepárate para ponerte hasta las trancas con su ingente selección de trufas, pralinés y otras delicias de chocolate. El chocolate caliente es de otro planeta (y sienta fenomenal si se visita Vilna en invierno), y hasta tienen un salón totalmente revestido de chocolate.
No te vayas sin probar el praliné de chocolate azul y avellana; está mucho más rico de lo que parece.
El San Ginés lleva abierto desde 1894, así que es fácil imaginarse que han convertido su chocolate con churros en todo un arte. Ni siquiera tienen carta, y es que está claro qué vas a pedir si vienes aquí.
Por 3, 90 EUR te ponen seis ligeros y crujientes churros recién hechos con una taza de chocolate caliente para mojarlos dentro, o para beberlo. Si se te acaban los churros, puedes utilizar los dedos o apuntar directamente a la cara.
Abren casi las 24 horas del día (no vayas entre las 7:00 y las 9:00), así que no te faltará tiempo para saciar tu adicción, e incluso a las 4 de la madrugada te encontrarás con un montón de réprobos como tú.
No es nada fácil elegir la chocolatería más destacable de París. Y es que hay tantas y tan buenas que podrías pasarte varios días recorriéndolas todas. Es más, DEBERÍAS pasar varios días recorriéndolas.
Pero una excursión hasta el Angelina para degustar su famoso chocolate caliente africano y un Mont Blanc (el pastel marca de la casa del Angelina) es una experiencia que todo el mundo debería tener al menos una vez en la vida.
O una vez al día, si fuese posible. Proponte seriamente ir, no te arrepentirás. Es decadente, chic y muy caro, pero vale la pena. Esta gente se merece un altar.
Turín es la meca de todo aficionado al buen comer, y para los amantes del chocolate en particular.
Fue en Turín donde se inventaron los gianduiotti, esas barritas triangulares de chocolate suave y avellanas tostadas en las que se inspiraron la Nutella y los Ferrero Rocher.
La ciudad está repleta de chocolaterías increíbles, pero si vas a Turín y solo tienes tiempo de entrar en una, procura que sea la de Guido Castagna. El chocolate, las trufas, la crema de avellana... Todo es verdaderamente magnífico.
En cuanto entras por la puerta de la fábrica de chocolate Skelligs, en Ballinskelligs, uno de los rincones más bonitos de Irlanda, te llega el dulce aroma del chocolate. Puedes visitarla gratis y tienen una cafetería que abre desde Semana Santa hasta septiembre.
Aquí podrás disfrutar de uno de los chocolates calientes más cremosos y riquísimos del mundo, y además con la compañía de unas vistas fantásticas de la costa sur de Irlanda, con las agrestes islas Skellig a lo lejos.
Sienta increíblemente bien en uno de esos típicos días de mal tiempo de Irlanda, mientras contemplas las islas y piensas en quién tendría la genial idea de construir aquí un monasterio.
El Choccywoccydoodah hace magia con chocolate. Sus tartas son auténticas obras de arte, pero si no tienes una boda o celebración que justifique encargar una, puedes conformarte con una porción en su chocolatería, situada en Carnaby (tienen otra en Brighton).
Su chocolate caliente está de muerte, sus tartas son simplemente perfectas y la tabla de ingredientes para bañar en chocolate fundido te permite alcanzar el nirvana.
Sáltate el almuerzo y disfruta de una buena ración de chocolate. Después, compra unas cuantas tabletas para llevar a casa y cómetelas para la cena, el desayuno o incluso el brunch. Y al día siguiente, vuelta a empezar.
A algo menos de 1 hora de Basilea, Zúrich ofrece varias experiencias chocolateras de excepción.
Y aunque te animamos a perder la cabeza y encontrar todas las tiendas de chocolate que puedas y comer tanto como tu estómago te permita, sería una auténtica locura no poner la Confiserie Sprüngli en el primer puesto de la lista.
Quizás hayas oído hablar de los bombones Lindt Pues son suyos. ¿Te gustan las trufas Lindor? ¿Tan suaves como la leche por fuera y tan cremosas como la mantequilla por dentro?
Pues imagínate una cafetería entera llena de bombones, tartas y pasteles recién hechos por la misma gente. ¡Bienvenido!
Ve a Cacao Sampaka, ubicada a solo 10 minutos a pie de Plaça Catalunya y Las Ramblas, una chocolatería de nivel que sirve todo tipo de delicias a base de chocolate, incluidos churros.
Pero si tuviésemos que recomendarte solo una cosa, pide el chocolate caliente Azteca, que es tan espeso como el almíbar y está elaborado con un 80 % de cacao especiado: te provocará sensaciones inimaginables.
Si te sientes particularmente glotón, acompáñalo de una fondue de chocolate, que viene con una fantástica selección de fruta o bollería para mojar.
Todo gastrónomo que se precie adora la cocina toscana, así que no resulta sorprendente que en esta preciosa región de Italia también haya chocolate increíblemente bueno. El chocolate de Amedei se elabora desde cero en Pontedera, cerca de Pisa, en una empresa familiar.
Alessio Tessieri se recorre el planeta en busca de los mejores granos de cacao y su hermana Cecilia los transforma en elegantes, suculentas y suaves tabletas de puro placer.
Todo es ecológico, y los Tessieri controlan minuciosamente cada fase del proceso. Es chocolate hecho por amantes del chocolate para amantes del chocolate. Te conquistará.
Y Cracovia, Gdańsk y, en realidad, toda Polonia. La palabra «Wedel» solo significa una cosa: satisfacción sin restricciones. Sus salones son como pequeños oasis perfectos para darse un atracón de algunos de los mejores bombones de Polonia.
Estos chicos conocen bien todo el universo que gira alrededor de un grano de cacao, y elaboran bombones y postres maravillosos con los que no entrarás en quiebra.
Los gofres de chocolate son supremos, pero tampoco conviene perderse las tacitas de chocolate derretido; la de chocolate blanco con bayas es sobresaliente. De verdad. Pídela.
Seguramente nos hemos dejado en el tintero unos cuantos chocolateros y chocolaterías de calidad, así que si conoces alguno que crees que merece la pena incluir en la lista, no dudes en contárnoslo en los comentarios.
- Dee Murray