Tres días en Oporto

Cuando embarcamos en el avión, teníamos una temperatura de dos grados y un cielo negrísimo. Cuando aterrizamos, nos topamos con veinte grados y un solazo impresionante.

 

Querida Oporto, ¡acabamos de llegar y ya nos tienes en el bolsillo! Con solo dos días y medio para conocer la ciudad, el plan era ir a dejar las cosas en nuestra habitación y salir pitando a hacer turismo, pero cuando vimos el hotelazo que teníamos reservado no pudimos evitar pasar un buen rato allí embobados.

 

Las habitaciones están decoradas con piezas de arte originales y por todas partes hay repartidas antigüedades fascinantes. El Hotel Infante Sagresestá en pleno centro histórico de la ciudad, a un tiro de piedra de todo, incluida la zona de marcha.

 

El personal del hotel nos dio la bienvenida con una copa de oporto y una sonrisa de oreja a oreja que se convertiría en la seña de identidad de todas las personas a las que conocimos durante los dos días siguientes.

Primer día

Si te alojas en el centro, en el barrio de Ribeira o en Gaia, hay un montón de sitios que puedes descubrir a pie.

 

Si no, siempre tienes la opción de coger el autobús, el metro o el tranvía para llegar en un abrir y cerrar de ojos a cualquier rincón de la ciudad.

 

La tarjeta Andante Tour se acepta en prácticamente todos los medios de transporte, cuesta siete euros por 24 horas o quince euros por 72 y te permite viajar de manera ilimitada, pero recuerda que tienes que picarla cada vez que la uses.

 

Si quieres explorar los alrededores de la ciudad, puedes contratar a un guía con coche. Top Travel Tours te puede llevar hasta el Valle del Duero y más allá, los guías son de lo más simpático, se conocen la zona al dedillo y hablan varios idiomas.

 

Y, si quieres más ideas sobre sitios que merece la pena visitar en la región, no te pierdas la página web de Porto and the North.

Graham’s Port Lodge

Nuestra primera parada fueron las bodegas Graham’s Port Lodge, situadas justo al otro lado del río, en Vila Nova de Gaia, y aún en funcionamiento.

 

Te lo aseguro, tomarse un oporto en su lugar de origen es una experiencia inigualable. El que yo probé, un oporto de cuarenta años, estaba impresionante.

 

Si estás por la labor de soltar la friolera de 450 euros por una copa, puedes probar uno de 120 años. Si lo haces, cuéntanoslo en los comentarios, así sabremos si merece la pena.

Cuando terminamos el tour de las bodegas, era ya la hora de comer. En Graham’s hay un restaurante llamado Vinum, así que decidimos quedarnos allí mismo.

 

Nuestro guía nos dijo que a la buena carne solo le hace falta sal, y la carne de res que nos sirvieron nos confirmó que tiene más razón que un santo. Estaba exquisita… Justo lo que nos hacía falta después de un vuelo de madrugada y unas horas de turismo.

Después de una comilona, lo mejor es hacer un poco de ejercicio, así que te recomiendo que des un paseo por la orilla del río en Vila Nova de Gaia. Pídete un helado y disfruta de las vistas de Ribeira al otro lado del Duero.

 

También puedes coger el teleférico hasta la parte superior del Puente de Luis I y quedarte embelesado con las vistas de la ciudad y sus alrededores.

 

Si el ejercicio no es lo tuyo y prefieres sentarte tranquilamente, una opción interesante son los tours en barco Rota Do Douro que salen desde Gaia y Ribeira.

 

Pasarás por debajo de los famosos puentes del Duero hasta el punto en el que el río desemboca en el mar, mientras un guía multilingüe te va explicando todo lo que ves. El recorrido dura unos cincuenta minutos y empieza cada hora en punto.

 

Hablando de vistas impresionantes, si das un paseíto por el Puente de Luis I y las preciosas callejuelas de la zona, llegarás a la Iglesia de los Clérigos.

 

Por si a estas alturas aún no has bajado la comida, los más de 400 escalones que hay que subir hasta la parte más alta harán que quemes hasta la última caloría.

 

Créeme, el esfuerzo vale la pena, sobre todo justo antes de la puesta de sol, cuando toda la ciudad refulge bajo el sol del ocaso. Una estampa digna de la mejor postal…

 

Si continúas por la calle que asciende desde la iglesia, te toparás con una de las librerías más antiguas del país, Livrari Lello, un remanso de paz en medio de las bulliciosas calles portuenses.

 

Se dice que JK Rowling pasaba mucho tiempo en esta librería cuando daba clases de inglés en Oporto, e incluso que le sirvió de inspiración para sus libros. En resumen, no te la puedes perder.

Aunque Oporto es una ciudad en la que las tradiciones están muy arraigadas, sobre todo en lo que a gastronomía se refiere, siempre hay gente que se atreve a innovar y crear cosas nuevas.

 

José Avillez, un chef que ha recibido numerosos premios, da una vuelta de tuerca a los platos tradicionales portugueses incorporando ideas que obtiene en sus viajes para crear un delicioso menú de cocina fusión.

 

Su Cantinho do Avillez está en la Rua Duques de Bragança y es un lugar genial para degustar algo diferente en una atmósfera relajada. Mi consejo personal: prueba las aceitunas explosivas.

 

Tras una larga jornada, y después de haber disfrutado de buena comida y mejor vino, tocaba volver al hotel, donde la mera visión de la cama hizo que casi se me saltaran las lágrimas de la alegría.

Segundo día

Por la mañana, nos abalanzamos sobre el desayuno del hotel como si lleváramos semanas de ayuno: beicon, huevos, fruta, pan, jamón y otras delicias que seguro que se me olvida mencionar.

 

Tocaba coger fuerzas, porque nos esperaba un día en el que nos iba a salir la cultura hasta por las orejas.

 

Empezamos la jornada en el Museo de Arte Contemporáneo de Serralves, obra de Álvaro Siza, un arquitecto portugués de renombre internacional.

 

El edificio no tiene fachada, lo cual resulta fascinante y pretende ser una metáfora física del espíritu del lugar. Al igual que todo en Oporto, es un museo para la gente de a pie, no solo para la burguesía intelectual.

 

Las exposiciones se renuevan constantemente, los jardines son preciosos y en verano acoge una fiesta de 48 horas que reúne a familias, arte y música. Te lo recomiendo.

Nuestra segunda parada fue la Casa da Música. Este impresionante auditorio pretendía conmemorar la elección de Oporto como Capital Europea de la Cultura en 2001, pero la construcción del edificio se alargó un poco y no abrió sus puertas hasta 2005.

 

Para ofrecer la mejor acústica, se trabajó con modelos informatizados y se hicieron versiones a escala de las salas. Te aconsejo que hagas el tour, porque la historia y el origen de este sitio son de lo más interesante.

 

Por las tardes, lo mismo puedes disfrutar de una orquesta sinfónica que de un concierto de hip hop underground portugués. Y si vas con niños no te preocupes, que no se van a aburrir. Hay zonas específicas para ellos, para que se diviertan y experimenten con formas y sonidos mientras tú disfrutas de una actuación.

 

Una vez culturizados, llegó el momento de reponer fuerzas. Esta región es famosa por el marisco, así que elegimos el Restaurante Os Lusiadas, en Matosinhos, para comprobar si esa fama es merecida.

 

¡Y damos fe de que lo es! En el menú hay cangrejo y espinacas, pulpo, almejas, ostras, percebes, gambas… y seguro que me estoy dejando algo. Eso sí, tengo que hacerte una advertencia para que luego no haya sustos: este es un sitio elegante y algo carillo.

 

De hecho, no es raro toparse aquí con algún futbolista o similar, pero créeme, si te gusta el marisco no te vas a arrepentir.

 

Por la tarde, decidimos sumergirnos en el pasado, presente y futuro del equipo de fútbol de la ciudad en el Museo FC Porto. Nos dio la bienvenida Luís, un guía majísimo cuya simpatía solo era comparable a sus conocimientos enciclopédicos sobre el FC Porto.

 

En el museo, nos envolvía una luz blanca y azul que casi te daba la sensación de estar vistiendo la camiseta del equipo. Una idea muy ingeniosa.

 

Las paredes y vitrinas están repletas de los trofeos acumulados durante años, y casi se pueden palpar el esfuerzo, la pasión y la fe en sí mismos de los jugadores que han pasado por el equipo. Para los futboleros, el museo es de visita obligada.

 

Nuestra última parada del día fue el restaurante Fish Fixe, situado en Ribeira. Nos sirvieron tablas de quesos, tapas de salchicha ahumada, pan, paté, embutidos y marisco.

 

Todo fresco y delicioso. Como suele ocurrir en Oporto, los camareros eran la amabilidad personificada y nos explicaron un montón de cosas.

 

Además, el dueño tenía un repertorio envidiable de anécdotas, incluyendo un encuentro con los Rolling Stones en el que compartieron un oporto añejo después de un concierto. Comida, vino y ambiente de primera.

Tercer día

Esa mañana me desperté con un poco de bajón porque sabía que era nuestro último día en Oporto. Pero con solo pensar en el café que me iba a tomar y en la vuelta en bici que iba a dar con Live Love Ride por Oporto, Gaia y Matosinhos ya me vine arriba.

 

Quedamos en el hotel The Yeatman, un lugar que ofrece unas vistas alucinantes de la ciudad. La empresa organiza tours en bicis de alta gama que parten de este hotel y de The Vintage Hotel en el Valle del Duero.

 

Me dieron una Ultegra equipada con Scott Addict de carbono (una bici genial para los que no están demasiado acostumbrados a pedalear), recorrimos las carreteras de playa y, para terminar, hicimos un pequeño esfuerzo y subimos por una cuesta empinada hasta el punto de partida, el hotel Yeatman.

 

Si quieres descubrir Portugal sobre ruedas, estos tours son una opción muy recomendable.

 

Antes de dar por terminada nuestra visita a Oporto, tocaba probar una Francesinha tradicional en Brasão.

 

Tanto pedalear nos había dado hambre, así que estábamos preparados para una buena comilona acompañada de una pinta de Super Bock, la cerveza local. Fue el broche perfecto para un viaje estupendo.

 

Me gustaría dar las gracias desde aquí a toda la gente que nos trató tan bien en Oporto: a Suzanne, del Hotel Infante Sagres; a Raquel, de Porto and the North; a Pedro, de Live Love Ride, por venir desde Lisboa para dar una vuelta en bici con nosotros; y sobre todo a nuestro guía Paulo Mucha, de Top Travel Tours, que nos acompañó durante los tres días y nos amenizó el viaje con un montón de historias y datos interesantes sobre la ciudad.

 

Obrigado!