El aeropuerto de Shannon, una localidad situada en la costa occidental de Irlanda, está a tiro de piedra de algunos de los parajes más espectaculares del país, de ciudades con mucho que ofrecer a nivel cultural y de rutas costeras de ensueño.
Por eso, es el punto de partida idóneo si no dispones de demasiado tiempo y quieres descubrir la magia, la aventura y la belleza de la mítica Ruta Costera del Atlántico.
¿Tienes pensado volar a Irlanda dentro de poco? Pues aquí tienes nueve motivos para elegir Shannon como destino desde el que explorar algunos de principales reclamos turísticos de la isla.
La Ruta Costera del Atlántico, con sus 2500 kilómetros de longitud, es la carretera costera más larga del mundo, con un sinfín de cosas que ver en menos de tres horas en coche desde el aeropuerto de Shannon.
Para empezar, no hay viaje a Irlanda que se precie que no incluya una excursión a los imponentes Acantilados de Moher.
Esta auténtica joya de la naturaleza forma parte del Geoparque Mundial y el Área de Protección Especial de la UNESCO y se yergue sobre las aguas del Atlántico a 214 metros en su punto más alto.
Sigue el recorrido de veinte kilómetros a lo largo de la costa para contemplar la inmensidad e indomabilidad de estos escarpados acantilados. Tanto si haces solo una parte como si eliges la ruta completa, tendrás unas panorámicas sobrecogedoras.
Justo al norte de los acantilados se encuentra El Burren, una gran llanura de piedra caliza que se extiende desde el Condado de Clare hasta el Atlántico.
Pasea por este inconfundible paisaje que parece sacado de otro planeta y sirve de inspiración a artistas y fotógrafos, y admira su inusitada belleza.
Las plantas alpinas y árticas se abren paso a través de las grietas de las rocas, y las orquídeas florecen poniendo una nota de color en este inhóspito entorno, con el océano azul intenso a modo de melancólico telón de fondo.
El Cabo de Loop está situado en la zona occidental del Condado de Clare, a solo hora y media en coche del aeropuerto de Shannon. Es un lugar desde el que se pueden avistar ballenas, con paisajes y rutas costeras que enamoran.
Para admirar unas vistas impresionantes, sube al faro y, si te quedas con ganas de seguir disfrutando de este lugar agreste y ventoso, puedes pasar la noche en la casa del farero, un singular alojamiento que ha sido reconocido con diversos premios.
Derrigimlagh es un lugar salvaje y misterioso formado por un mosaico de diminutos lagos y turba atravesados por una única carretera.
La mejor forma de descubrirlo es alquilar una bici en la capital de Connemara, el pintoresco pueblo de Clifden, a solo seis kilómetros de distancia.
Cuando estés allí, no te pierdas el monumento que conmemora la hazaña de Alcock y Brown, dos pioneros de la aviación que aterrizaron en los pantanos de Derrigimlagh en 1919, poniendo así fin al primer vuelo trasatlántico sin escalas.
Descubre cómo es la vida en las islas irlandesas con una excursión de un día a una de las tres Islas de Aran, situadas en la desembocadura de la Bahía de Galway, a poco más de una hora en coche de Shannon.
Puedes explorar la más pequeña de las tres, Inis Oirr, en bici (por diez euros al día) o, mejor aún, en coche de caballos. Bajo un inmenso cielo azul, recorre sus estrechos caminos y admira sus playas de arena blanca y sus colinas repletas de tréboles.
Hay ferris desde y hacia la isla todos los días. Después, regresa a Doolin, una ciudad del oeste de Clare reconocida como la capital de la música irlandesa, para pasar una velada inolvidable y ponerle el broche de oro a la jornada.
Si quieres conocer una isla diferente, coge un barco a Skellig Michael desde Portmagee. Quizá este peñón remoto te suene de la última aventura de La guerra de las galaxias, El despertar de la fuerza.
Mientras asciendes hasta la cima por los empinados escalones tallados en la roca, podrás admirar un asentamiento monástico muy bien conservado y compuesto por cabañas en forma de colmena que datan del siglo VI.
El escritor George Bernard Shaw se refirió a este lugar en una ocasión como “parte de nuestro mundo de sueños” y, desde entonces, numerosos visitantes lo han descrito como uno de esos sitios que te cambian la vida.
Skellig Michael ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por lo que las visitas a la isla están limitadas y se recomienda reservar con antelación.
Si lo prefieres, puedes hacer un recorrido alrededor de las islas (hay dos diarios) o conocer la historia de los monjes que vivían en Skellig Michael en el centro de información Skellig Experience, situado en la Isla de Valentia (unida a Irlanda por un puente).
El precioso pueblecito costero de Lahinch es la meca del surf en Irlanda. Si nunca has estado encima de una tabla, hay varias escuelas dispuestas a enseñarte a coger olas como un profesional.
Además, tienes un montón de actividades para estar entretenido fuera del agua. Puedes jugar unos hoyos en sus campos de golf de tipo links o dejarte llevar por los ritmos irlandeses durante una sesión de música tradicional.
Deja los pueblos de la costa occidental atrás y avanza hacia las brillantes luces de Galway, a poco más de una hora del aeropuerto de Shannon.
Esta ciudad compacta, amable y con una apasionante historia, es conocida por sus calles coloridas repletas de cultura, arte y música tradicionales, donde te esperan pubs acogedores, callejones antiguos, un pasado medieval y animados festivales veraniegos.
Disfruta de las artes escénicas en el Teatro del Ayuntamiento o en el Teatro Druida, degusta su gastronomía en restaurantes excelentes como The Malt House Restaurant y conoce las cafeterías con encanto de la zona costera de Salthill.
Limerick es otra de las ciudades que puedes visitar, ya que está a solo media hora en coche del aeropuerto de Shannon, y ofrece una mezcla de arquitectura georgiana, espacios verdes, entre los que destaca el Parque del Pueblo, y estampas de cuento de hadas como el Castillo del Rey Juan, que alberga un excelente centro de interpretación.
Además, se celebran numerosos festivales y hay un sinfín de atracciones turísticas que te mantendrán a resguardo en los días lluviosos, entre ellas el interesantísimo Museo Hunt o la Galería de Arte de la Ciudad de Limerick.