Praga es una de esas ciudades que enamora: tiene castillos, sólidos puentes, calles de cuento de hadas y cerveza. Es una ciudad que vive prácticamente todo el año en temporada alta, pero si estás planeando visitarla próximamente, te vamos a recomendar 12 planes que hacer en Praga en invierno, más allá de los mercados navideños.
Y es que en esta época las ciudades centroeuropeas empiezan a desplegar sus mercadillos navideños, añadiendo así un atractivo turístico más a la ciudad. Y no vamos a negar que nos encanta pasear por ellos con un vaso de chocolate caliente en las manos, pero en una ciudad como Praga hay vida más allá de los mercados. ¡Y te la vamos a mostrar!
Si viajar a Praga estaba en tu lista de viajes invernales, toma nota. Si no lo estaba, te aseguramos que cuando llegues al final de este artículo ya la habrás incluido y estarás mirando vuelos baratos a Praga.
En lo alto de la colina del Letna Park se encuentra el metrónomo, una escultura que se levantó en 1991 en el lugar donde había habido una estatua de Stalin. Es un lugar de encuentro para los jóvenes y un buen sitio desde el cual ver atardecer, pues desde allí se ven todos los puentes de Praga. Sin embargo, esta no es la típica postal de la ciudad que has visto tantas veces, con el puente de Carlos V y el castillo. Recuerda que en invierno los días son más cortos, por lo que ten controlado a qué hora se pone el sol en Praga para no perdértelo.
Prácticamente es una visita imprescindible en Praga, aunque hay quien la califica como la segunda atracción turística más sobrevalorada de toda Europa. Todo aquel que la visita debe acercarse hasta la plaza para ver el reloj astronómico, construido en 1410. Ten en cuenta que te encontrarás mucha gente apuntando con los móviles al reloj cuando desfilen los 12 apóstoles, cada hora en punto. Dicen que si se para el mecanismo del reloj, la mala suerte caerá sobre Praga.
Aunque no es gratis, desde lo alto de la torre puedes conseguir unas buenas vistas de la plaza y del mercado navideño.
El famoso y siempre concurrido puente de Carlos V es el lugar perfecto para pararse a observar a la gente. Depende de a qué hora pases, además de los artistas que ocupan sus adoquines, encontrarás innumerables parejas haciéndose su reportaje de bodas. En manga corta (que los abrigos deslucen), pese al frío. ¡Todo por la foto!
Si lo que quieres es precisamente evitar encontrarte con las muchedumbres, lo mejor es que madrugues y visites el puente de Carlos a primera hora de la mañana. De esta forma podrás cruzarlo sin tener la sensación de que hay alguien detrás apretando constantemente, además de poder disfrutar de una de las postales más famosas de Praga, con el castillo al fondo.
Es sin duda uno de los atractivos turísticos de la ciudad. Independientemente de si entras o no al castillo de Praga (la entrada son unos 16€), el barrio que lo rodea es precioso, por lo que puedes pasear por sus calles adoquinadas como Nový Svět.
Al oeste del castillo se encuentra la pintoresca calle adoquinada de Nový Svět (el nuevo mundo), bastante más vacía que las colindantes. Puedes aprovechar para dar un descanso a tus pies después de estar todo el día dando vueltas por la ciudad en uno de los cafés cuquis que hay en ella.
Praga es una ciudad conocida mundialmente por su cerveza (¡y por los precios súper económicos de ésta!). Concretamente, por la Pilsner, que es la que te servirán en la mayoría de los bares o pubs de la ciudad. Aunque no seas un gran amante de este tipo de cerveza, vale la pena acercarse a uno de los pubs y disfrutar del ambiente festivo. Cuando pidas la cerveza, te servirán un vaso con espuma solo aparte. Esto es normal, ya que a los checos les encanta la espuma de la cerveza, así que es cuestión de adaptarse.
Si eres un viajero foodie, visitar Praga te hará muy feliz. Mientras paseas por las calles de Praga, lo más seguro es que no pase desapercibido un enorme cono dando vueltas. Se trata del Trdelnik, un dulce en forma de cilindro, con azúcar y canela y relleno de helado y chocolate. Se puede encontrar en las calles principales y verlo girar (mientras el olor a masa caliente nos entra por la nariz) es totalmente hipnótico.
Aunque no hay comida más típica, si te apetece algo menos dulce, durante la época invernal es posible encontrar en Praga una gran variedad de comida, de forma que puedes no llegar a pisar un restaurar y sin embargo probar la mejor gastronomía local. Algunas sugerencias son las longose (pan frito con tomate y queso rallado) o las salchichas checas.
Y no lo decimos solo porque estés cansado o tu búsqueda de alojamiento barato en Praga te haya llevado a la otra punta de la ciudad. El metro de Praga, pese a estar alejado del mundialmente famoso de Moscú, tiene algunas estaciones con trabajo artístico, como es el caso de la de Muzeum o Mustek.
Y fotografiarte delante del mensaje que creas que encaja mejor contigo. Tras el asesinato del Beatle, este callejón de Praga apareció pintado con su imagen, una primera reivindicación frente al sistema comunista. No tardaron en aparecer textos reivindicativos, aprovechando el papel de Lennon como defensor de los derechos humanos para protestar contra el gobierno.
Éste es sin duda uno de los lugares más intagrameables de Praga, por lo que es posible que tengas que esperar un poco para tomarte la foto a solas.
Con el virus viajero corriendo por nuestras venas, nosotros lo tuvimos muy claro: ¡Adventure awaits!
Ya seas un party animal, un amante de los pubs y música en directo o un enamorado de la fotografía nocturna, en Praga seguro encuentras un plan para ti. La ciudad tiene una animada escena nocturna, un montón de pubs y un skyline espectacular desde la orilla del río, así que tienes de sobra dónde elegir cómo quieres pasar la noche (¡puedes probarlos todos!).
Eso sí y por tu bien, ¡no te olvides los guantes antes de salir del local donde te encuentres!
No hace falta que sea literal (o sí, recién vienes del punto anterior), pero en tu visita a Praga no puede faltar este edificio que se convirtió rápidamente en un símbolo de la ciudad, por su estilo deconstructivista, en un barrio lleno de casas barrocas y modernistas. No es que se les fuera la mano con las cervezas a los arquitectos, sino que tuvieron total libertad para diseñarla y, Gehry, no dudó en valerse de las curvas que se han convertido en uno de los sellos de identidad de sus obras.
Con tanto plan que te hemos propuesto, no se te vaya a olvidar pasearte un rato por alguno de los mercadillos navideños que decoran Praga en invierno, pues son solo uno de los principales motivos por los que muchos planean visitar esta cautivadora ciudad en diciembre. Y tú, ¿ya has reservado tu próxima escapada a La Ciudad Dorada de Europa?