Motivos para elegir Verona como destino este invierno

Confieso que siempre había tenido la ilusión de ir a un auténtico mercadillo navideño alemán para hincharme a Glühwein, pretzels, Bratwurst, pan de especias y más Glühwein... Lo que no me imaginaba es que mi primera visita iba a ser en el norte de Italia, en la preciosa ciudad de Verona.

 

Allí las navidades son una época relativamente tranquila. La temporada de ópera ya ha terminado y Vinitaly, la multitudinaria feria dedicada al vino, no se celebra hasta abril. El balcón de Julieta recibe visitantes todo el año, eso es verdad… Pero a mí, más que amantes desdichados, lo que me apetece ver son árboles decorados (qué pareado más majo me ha salido). Vamos, que si te estás planteando ir este invierno, no lo dudes.

 

En realidad, Verona es un destino magnífico en cualquier época del año. En muchos aspectos, se parece a Roma: cada rincón está impregnado de historia y casi se puede palpar cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos. Sin embargo, si se compara con la grandiosidad de la capital italiana, es una ciudad muy acogedora, con un tamaño perfecto para recorrerla a pie y donde dos días de visita dan muchísimo de sí. Es un lugar prototípico italiano, con estilo, romántico y con una gastronomía, unas tiendas y una vida nocturna incomparables. Entonces, ¿por qué es el invierno una época estupenda para visitarla? Pues aquí van unos cuantos motivos de peso…

Te permite disfrutar de un pedacito de Alemania mientras estás allí

Verona se ha aliado con el mercadillo navideño de Núremberg, el más famoso del planeta, para llevar el sabor de la navidad alemana a las calles y plazas de la ciudad italiana. Por eso, además de descubrir los lugares y monumentos imprescindibles de Verona, podrás comprar adornos y artesanía germana mientras degustas una Bratwurst, pretzels recién hechos y esa maravilla tan reconfortante llamada Glühwein. Es una experiencia mágica que va ganando puntos a medida se incrementa el nivel de Glühwein en sangre.

Disfruta de lo mejor de dos mundos.

Es tiempo de pandoro

El pandoro, el dulce navideño veronés por excelencia, cuyo nombre deriva de “pan de oro”, está delicioso, viene con azúcar glas espolvoreado por encima y se suele servir con una buena ración de mascarpone, crema de diferentes sabores o chocolate fundido. Es, sencillamente, la Navidad veronesa hecha pastel. Se puede comprar en el supermercado, pero, teniendo en cuenta que son fechas muy especiales y que todo el mundo se merece un capricho de vez en cuando, te recomiendo que vayas a Perbellini. Es verdad que te va a salir algo más caro, pero la diferencia merece (y mucho) la pena.

Las luces que iluminan la ciudad son una maravilla

Verona es una ciudad preciosa, donde se suceden magníficos edificios de color terracota y ocre (que recuerdan al barrio romano de Trastévere), y en algunos de los muros aún se pueden apreciar vestigios de los frescos por los que en su día se la conocía como “la ciudad pintada”. Los balcones llenos de yedras, las hermosas plazas repletas de gente, las pequeñas callejuelas donde se pueden encontrar curiosas vinotecas y trattorie a la antigua usanza, los palacios y la impresionante Arena la convierten en un lugar que te enamora sin remedio. Si a ese cóctel le añades una elegante iluminación navideña (los italianos siempre decoran sus ciudades con un gusto exquisito), ya poco más se puede pedir. La célebre escultura de la estrella fugaz que une la Arena y la Piazza Bra es preciosa de noche, pero para mí no hay nada comparable a la Via Giuseppe Mazzini, con sus esferas de cuento de hadas suspendidas en el aire, que bañan la mejor calle comercial de la ciudad de una luz tenue y mágica.

Las preciosas luces navideñas hacen de Verona un lugar aún más cautivador.

El sol hace que el frío sea mucho más llevadero

Vale, sé que hay muchas otras ciudades donde es habitual que el sol luzca en invierno, pero es que en Verona, cuando caen los rayos de sol sobre los edificios dorados, se consigue una estampa única. “Sí, la misma estampa que se ve en verano, ¿no?”, os oigo decir… Es verdad, y no estoy diciendo que Verona no sea una preciosidad en verano, ni mucho menos. Sin embargo, si eres de los míos y también te encanta poder combinar el abrigo y la bufanda con unas buenas gafas de sol, en Verona vas a estar en tu salsa. Además, durante los meses más fríos del año puedes aprovechar para pasear durante horas por sus calles sin acabar sudando a mares.

Puedes aprovechar para visitar museos mientras te resguardas del frío

Cuando estuve en Verona, he de reconocer que tuve mucha suerte con el tiempo que hizo: un sol radiante siempre consigue que el frío sea mucho más soportable. Si tienes la mala pata de que te llueva durante tu estancia, o si simplemente quieres resguardarte del frío un ratito, aprovecha para descubrir algunos de los lugares más bonitos que en verano probablemente no llegarías a ver (porque, reconozcámoslo, es demasiado tentador quedarse todo el día tomando algo en una terraza). El Palazzo della Gran Guardia, en la Piazza Bra, alberga una fantástica exposición de arte que incluye numerosas obras de Van Gogh. La exposición cerrará sus puertas en marzo, así que tienes todo el invierno para visitarla; te aseguro que merece la pena, sobre todo si nunca has visto de cerca uno de los autorretratos de este artista sin igual.

Imagen publicada por el Palazzo della Gran Guardia en Facebook.

El gelato tarda más en derretirse

Es invierno, no el apocalipsis, así que no hay motivo para que no te lances a disfrutar de un delicioso gelato igual que harías en un cálido día de verano. De hecho, en los meses más fríos hay aún más motivos para darse un capricho. Para empezar, la grasa corporal es un excelente aislante térmico, así que todo esfuerzo por acumularla es poco... A eso hay que añadir la ventaja de que el helado se derrite mucho más despacio. Si te pides un cono, podrás degustarlo con toda la calma del mundo sin acabar con chorretones por las manos y pringándote los zapatos. La Gelateria Savoia, en Via Roma, es una auténtica maravilla.

Valorarás aún más una taza de chocolate calentito

El helado se puede disfrutar igual en cualquier estación del año, pero, por desgracia, no se puede decir lo mismo del chocolate caliente, porque a ver quién es el guapo que se toma una taza de chocolate humeante con treinta grados a la sombra. Sin embargo, imagínate una fría noche en una de las ciudades más románticas del planeta, con las preciosas luces de navidad que refulgen a tu alrededor y el irresistible aroma de las castañas asadas… En una de esas noches, una taza de chocolate es el broche de oro perfecto a un día de turismo por las calles de la ciudad. Prueba el Tosca Café o el Café al Teatro, o el maravilloso puesto de Springhetto en el mercado navideño.

Pasteles de Flego y la Arena de Verona.

La Pasticceria Flego no está abarrotada

Flego es uno de mis locales preferidos, no solo de Verona, sino del mundo. Y hay que reconocer que esa gente es muy lista: preparan unos pasteles pequeñitos que consiguen que no sientas remordimientos por zamparte unos cuantos (algo que sin duda deberías hacer). En Verona tienes dos pastelerías Flego para elegir; una está en Corsa Porta Borsari y la otra, en Via Stella. Siempre están hasta arriba, y no es de extrañar, pero en invierno es fácil encontrar mesa en la terraza de la Via Stella. Pídete uno de sus exquisitos capuchinos y cualquier pastel que te llame la atención (todos están para chuparse los dedos), y degusta estos manjares con toda la parsimonia del mundo, sin la presión de tener que engullirlos rápido para dejar sitio a los siguientes turistas que esperan con cara de pocos amigos. Si me permites una sugerencia, te recomiendo los profiteroles de pistacho.

De hecho, ningún sitio está abarrotado

No se trata solo de la pastelería Flego; una de las grandes ventajas de visitar Verona en invierno es que no encontrarás tanta gente como en primavera o verano. Sigue habiendo turistas y curiosos (el patio y el balcón de Julieta son un imán para románticos empedernidos), pero no es ni mucho menos comparable a las masas que saturan la ciudad en temporada alta. Así, puedes ver y sentir la historia de la Arena sin que te rodeen hordas de turistas, las calles y tiendas se pueden visitar sin estrés, y conseguir asiento para tomarse el aperitivo en la Piazza Erbe no es una meta inalcanzable; de hecho, tendrás espacio suficiente para respirar, cosa que es de agradecer…

 

Vuelos a Verona

 

- Dee Murray