El Parque Europa de Vilna, el sueño de un estudiante de arte hecho realidad

El día de mi visita al Europos Parkas, o Parque Europa, hacía frío, la lluvia intermitente intensificaba el dulce aroma de los pinos y las flores silvestres formaban un manto morado sobre el suelo húmedo. Esta galería al aire libre, situada en una zona boscosa a veinte kilómetros del centro de Vilna, la capital de Lituania, es un lugar tan bonito y tranquilo que logré olvidarme de la molestia que supone llevar los calcetines mojados y de mi enfado por haber elegido un calzado tan poco apropiado para la ocasión.

Pinos y flores silvestres en el Parque Europa.

Se trata de un parque único creado por el escultor Gintaras Karosas. Todo comenzó cuando, con diecinueve años, el por entonces estudiante de arte oyó que el centro geográfico de Europa estaba situado al norte de Vilna, una idea que se le quedó grabada en la mente y le inspiró para construir el parque. Esta afirmación, controvertida en aquella época y que aún a día de hoy se pone en duda en algunos lugares, fue confirmada oficialmente en 1989. En aquel año, Karosas ya había empezado a planificar su peculiar manera de señalizar el lugar.

 

Vale, en realidad no eligió el lugar exacto (que está unos kilómetros más al norte), pero, después de pasarse un año en busca del sitio perfecto, Karakos encontró un trocito de bosque olvidado de la mano de dios y se propuso talar los árboles y convertirlo en un museo al aire libre.

Obras de Oppenheim (arriba a la derecha) y otros artistas en el Europos Parkas.

La idea de que un estudiante de arte de veintidós años sea capaz de talar un bosque y abrir un parque escultórico es bastante sorprendente, pero a eso le tienes que añadir que lo hizo bajo el régimen soviético, teniendo que solicitar el permiso correspondiente a unas autoridades que recelaban de cualquier tipo de expresión artística. En 1991, después de la declaración de independencia de Lituania, Karosas por fin obtuvo el permiso, pero no consiguió ningún apoyo, ya fuera financiero o de otro tipo, ni de las autoridades ni de sus profesores de la facultad. Así que se puso a talar y quemar árboles él solito para crear un claro en el bosque y construir el museo de sus sueños. Si esta historia no te parece motivo suficiente para ir a visitarlo, no sé qué más argumentos darte… Bueno, igual las maravillosas esculturas del parque logran convencerte.

 

Por cierto, hablando de esculturas, ese mismo año Karosas creó la primera obra, una pieza sencilla pero conmovedora llamada Símbolo del Parque Europa, que “sorprendentemente” se ha convertido en el símbolo del parque. Qué giro inesperado, ¿verdad?…

La primera piedra que supuso el origen de todo.

Dos años y muchísimo trabajo y empeño después, organizó el primer simposio internacional de artistas en el parque y comenzó a incorporar obras de creadores de diferentes países. Desde ese momento el museo no ha dejado de crecer y de atraer más y más visitantes. Karosas no solo logró hacer realidad su sueño de juventud, sino también compartirlo con el mundo. 

 

En la actualidad, el parque ocupa una superficie de más de veintidós hectáreas y alberga más de cien obras de arte. Las esculturas son interesantes, bonitas, en ocasiones divertidas, a veces sombrías, otras emocionantes, pero siempre en sintonía con el entorno. La madera, el bronce y la piedra son los materiales predominantes, y a lo largo de los años muchas de las piezas se han fusionado con el bosque: hoy aparecen cubiertas de musgo, ocultas en árboles o incluso derrumbadas sobre la tierra.

El viejo Lenin no está en su mejor momento en la foto de la parte inferior derecha…

Por ello, al caminar por el Parque Europa se tiene la sensación, ante todo, de estar paseando por un bosque. Es un lugar apacible y fascinante, repleto de flores silvestres y pájaros, pero también con un centenar de obras de arte esperando a que las descubras. Entre ellas, destacan dos de Dennis Oppenheim, los restos ruinosos de una estatua de Lenin del periodo soviético, una pieza del artista irlandés Laurent Mellet que lleva por título Réquiem por un poni muerto, la fascinante y a la vez terrorífica Cabeza sobre el suelo, de Adomas Jacovskis, y, por supuesto, la escultura más famosa del parque, LNK infotree (o la Escultura de los televisores, como se la conoce habitualmente).

La Escultura de los televisores, Réquiem por un poni muerto y Electricidad.

Hay visitas guiados por el parque, pero, si no estás por la labor de gastarte dinero, pasear a tu aire es también una forma estupenda de descubrirlo. Es verdad que te perderás la información que ofrecen los expertos, pero, si quieres conocer más a fondo la historia de las esculturas, puedes comprarte una guía, además de un mapa para no perderte.

 

En el parque hay una cafetería, por si quieres sentarte un rato y recargar las pilas. Yo me tomé litros y litros de café, y te aseguro que está muy bueno. Sobre la comida no puedo opinar, pero lo que tengo claro es que, si volviera al parque, me llevaría la comida y buscaría un rinconcito agradable en el bosque para disfrutarla.

 

Cómo llegar: Si no has alquilado un coche para tu estancia, puedes ir en autobús hasta el parque. El trayecto cuesta unos dos euros y sale de la parada Zalgirio, en la calle Kalvariju. No pasan con demasiada frecuencia, así que conviene planificarse bien. Aquí puedes consultar los horarios y las instrucciones sobre cómo llegar.

 

Precio: La entrada al parque cuesta 7,24 euros para adultos y 3,19 euros para niños (en el momento de escribir este artículo). Lituania adoptó el euro recientemente y, para evitar trampas, los precios se tuvieron que convertir exactamente a la nueva moneda, de ahí que los importes sean tan extraños…

 

Vuelos a Vilna

 

- Dee Murray