Claves para elegir los mejores restaurantes de Roma

Roma es una ciudad en la que los restaurantes son tan ubicuos como los vendedores de palos de selfi extensibles (la gran sensación entre los turistas a la que yo, obviamente, también sucumbí).

 

Y saber si el local que acabas de elegir vale la pena puede ser igual de difícil que discernir si el vendedor de palos de selfi te está timando o te está ofreciendo un precio justo.

 

Aunque es verdad que estás en la capital de uno de los países mejor valorados por los amantes de la buena comida, dar con un establecimiento donde poder degustar platos de calidad a precios asequibles no es tan fácil como cabría esperar.

 

Roma recibe hasta diez millones de visitantes al año, y en la mayor parte de los casos los viajeros solo se quedan en la ciudad unos pocos días, con lo que lo más probable es que no repitan restaurante durante su estancia.

 

Eso significa que muchos locales hacen lo posible por atraer a todos los turistas que pasan por delante de su puerta, y no se esfuerzan en ofrecer comida de calidad porque no tienen ninguna necesidad de fidelizar a su clientela.

 

Por eso, muchos sitios se concentran solo en lo superfluo (un mantel de cuadros rojos y blancos, una decoración elegante y esos pequeños detalles que hacen que te sientas como la dama o el vagabundo de la célebre escena de los espaguetis) y ofrecen un menú compuesto por platos congelados recalentados y presentados de cualquier manera. Vamos, un auténtico desastre.

 

Es probable que, aunque tu intención sea degustar un delicioso plato de pasta fresca o una buena pizza, acabes aflojando trece euros por algo que podrías haber comprado por tres en el supermercado de la esquina. Lo sé porque lo he sufrido en mis propias carnes.

 

Esa no es la Roma que buscas, ni tampoco la que mereces.

 

Pero que no cunda el pánico, porque hay formas de evitar caer en la trampa. A continuación te ofrezco unos consejos valiosos (lecciones que yo he tenido que aprender por las malas) para encontrar los mejores restaurantes romanos y disfrutar a lo grande de la gastronomía de la Ciudad Eterna.

Algunos restaurantes romanos sí que saben…

Busca las estrellas

Los restaurantes que sirven comida congelada están obligados por ley a indicarlo en la carta y a marcar el plato en cuestión con un asterisco. Si lo ves, que sepas que vas a pagar por un plato precocinado.

 

Hay gente a la que no le importa y que prefiere renunciar a una comida casera recién hecha a cambio de poder degustarla en una de las plazas más bonitas de la ciudad. Sin embargo, a los que valoramos la buena gastronomía nos parece un sacrificio que no merece la pena.

 

Mi consejo es que vayas a las preciosas plazas de la ciudad, pasees por ellas y las disfrutes, y que luego continúes tu camino hacia las pequeñas callejuelas de los alrededores y busques un local con una carta escueta en la que no aparezcan fotos de los platos.

No permitas que el hambre guíe tus decisiones

Con esto hay que tener cuidado, porque lo más probable es que acabes andando muchísimo durante todo el día y, cuando llegue la hora de la comida o de la cena, tendrás un hambre de caballo. Además, si estás en una zona turística (cosa previsible teniendo en cuenta que prácticamente toda la ciudad lo es), habrá un montón de restaurantes entre los que elegir.

 

Es importante destacar que, cuando el hambre aprieta y tenemos la glucosa por los suelos, cualquier restaurante parece una buena elección, y esa es la mejor receta para acabar llevándote una decepción de aúpa y pagando treinta euros por un menú que no los vale ni de lejos.

 

Mi consejo es que te pidas una porción de pizza, un panini o un gelato en cualquier local (o el aperitivo si es la hora de la cena) y te sientes a comértelo en un rinconcito con encanto. La clave es no ponerse a buscar restaurantes cuando estás a punto de desfallecer del hambre y desesperado por llevarte aunque sea un mendrugo de pan a la boca.

Echa un vistazo a las ventanas

Cuando estás a la caza de un buen restaurante y no tienes ninguna recomendación de la que echar mano (y puede que ni la más remota idea de dónde estás), busca las pegatinas de Michelin, Gambero Rosso o Slow Food en la puerta o en las ventanas del establecimiento.

 

Las pegatinas Michelin no significan que el local tenga estrellas Michelin (ni los precios que esas estrellas conllevarían), sino que el restaurante ha sido evaluado y recomendado por Michelin, una fuente fiable y reputada.

 

Si te toca el Gordo y encuentras una zona en la que hay varios locales con muy buena pinta que lucen estas pegatinas, sigue el consejo que aparece a continuación para no acabar arrepintiéndote de la elección.

Mantén la mirada fija en el premio

En este caso el premio es, obviamente, la comida. Fíjate en los platos que le sirven a la gente. Mira a los comensales; no es difícil adivinar si los están disfrutando de verdad.

 

Observa sus caras y párate a escuchar en qué idioma hablan; si son romanos o, al menos, italianos, esa es una pista fiable de que el local merece la pena. Por regla general, elegir un restaurante al que acuden los lugareños es una decisión acertada.

 

Mi consejo en este caso es que seas sutil; no te quedes mirando fijamente a la gente como si fueras un psicópata, no se vayan a atragantar del susto...

Restaurantes de Roma que aciertan de pleno…

Planifica con antelación

Para evitar fiascos culinarios, la planificación es clave. Métete en internet antes del viaje y lee algunas de las excelentes críticas gastronómicas publicadas por gente que sabe de lo que habla.

 

Descubrirás pequeñas trattorie que probablemente nunca encontrarías por tu cuenta, además de claves para evitar las trampas para turistas. Anota los nombres y, sobre todo, la dirección de los restaurantes que más te llamen la atención.

 

Roma es una ciudad enorme con muchos establecimientos de nombre parecido, así que no es difícil confundirse. Si clasificas los restaurantes por zonas, no habrá quien te pare. Otra opción es marcarlos en un mapa, para saber cuándo estás cerca de uno de tus favoritos.

 

Que conste que te lo estoy diciendo muy en serio. Yo estoy deseando volver a Roma para poner en práctica este consejo.

Exprime tu presupuesto

Si vas con un presupuesto ajustado, el aperitivo es una apuesta segura. A la hora de elegir local, los consejos que te he dado te pueden resultar igual de útiles, pero, si el tema pecuniario es tu principal preocupación, haz como los turistas y romanos más avispados y ve a alguno de los maravillosos bares que sirven el aperitivo al atardecer.

 

Pide algo para beber, come gratis y codéate con los lugareños en un ambiente animado e informal. Es una opción que triunfa en Italia, divertida, deliciosa y, además, inocua para tu bolsillo.

 

Mi consejo es que te des un capricho y te pidas un cóctel original y sofisticado. En Gusto rondan los diez euros y valen cada céntimo (sobre todo si tienes en cuenta que la comida es gratis).

 

Vuelos a Roma 

 

- Dee Murray