Diez cosas que hacer en Gotemburgo por menos de diez euros

Es posible que la idea de visitar una ciudad escandinava te provoque sudores fríos de pensar en el estado lamentable en que quedarán tus finanzas a la vuelta del viaje.

 

Aunque no se puede negar que en Gotemburgo las cosas son un pelín más caras que en otras zonas de Europa, también es cierto que basta con investigar y planificar un poco para poder descubrirla sin dejar la cuenta en números rojos.

 

Ya sabes que nosotros siempre estamos dispuestos a echarte una mano con esto del turismo asequible, así que hemos reunido en este artículo diez experiencias imprescindibles para cualquiera que visite la segunda ciudad más importante de Suecia y que cuestan menos de diez euritos…

1. Tomarte un Hagabullen en el Café Husaren

Estos bollos tienen el tamaño de un piano de cola. Fotos: Facebook.

La fika es una de las tradiciones suecas más célebres. Es como la versión 2.0 de la tradicional pausa para el café y consiste en tomarse un descanso para desconectar de verdad y recargar las pilas, vamos, algo que está en las antípodas del café para llevar que solemos comprarnos y bebernos a carreras de camino al trabajo.

 

Para hacer una fika en condiciones se necesitan tres cosas: un café, un bollo y, a ser posible, buena compañía. De entre todos los dulces que tienes para elegir en la ciudad, el más mítico es el bollo de canela.

 

Si quieres vivir esta maravillosa tradición a lo grande, te recomiendo que vayas al barrio de Haga y cojas sitio en el Café Husaren, un local que tiene el orgullo de haber creado los Hagabullen, unos descomunales bollos de canela que casi han adquirido la categoría de mito.

 

Cuestan poco más de cinco euros y uno es más que suficiente para dos personas (aunque, si te lo propones y tienes buen saque, a lo mejor consigues acabártelo tú solito).

 

Pídete un bollo acompañado de un buen café y tendrás un desayuno (y puede que hasta una comida) por ocho euritos de nada.

2. Ir de museos

Un regalo para la vista…

Puede que, para evitar acabar con una mano delante y otra detrás durante tu escapada a Gotemburgo, te hayas planteado visitar un único museo de pago…

 

Pues, si es así, te voy a dar una buena noticia, porque por solo cuarenta coronas suecas (poco más de cuatro euros) habrás pagado la entrada a nada menos que cinco: el Museo de la Ciudad de Gotemburgo, el Museo de Historia Natural (que exhibe el único ejemplar de ballena azul disecado del mundo), el Museo de Arte, el Museo Marítimo y el Museo Röhsska de Diseño, Moda y Arte.

 

Si el tiempo no acompaña durante tu visita a la ciudad, por esa menudencia ya tendrás plan para un día entero.

 

Y, si tienes la suerte de poder disfrutar de una jornada soleada y no quieres pasarte el día entre cuatro paredes, tienes cinco opciones estupendas entre las que elegir para estar entretenido por lo menos una mañana o una tarde.

 

Yo me decantaría por el Museo de Historia Natural y el Röhsska, pero cada cual con sus gustos, ¿no?

3. Visitar el parque Slottsskogen

Haz un safari a la sueca.

El parque Slottsskogen es una verdadera maravilla, y el sitio al que acuden los gotemburgueses cuando quieren pasar un rato tranquilo en plena naturaleza.

 

Si eres deportista y no cuelgas las zapatillas ni cuando estás de vacaciones, no encontrarás un sitio mejor para salir a trotar, y lo mismo te digo si eres de los que disfrutan tumbándose a la bartola en el césped.

 

Este parque no solo tiene la ventaja de que está en el centro de la ciudad, sino que encima cuenta con un zoo que se puede visitar gratis y alberga animales autóctonos, como alces, ovejas, ciervos, ponis Gotland, focas o pingüinos (a partir de las dos del mediodía puedes ver cómo los alimentan).

4. Hincharte a arenque

Comida callejera de la buena.

Al igual que ocurre en la mayoría de ciudades de toda Europa, a los gotemburgueses también les ha dado fuerte con la comida callejera.

 

De todas las gastronetas que tienes para elegir, te recomiendo Strommingsluckan, el paraíso del arenque, donde te puedes poner hasta arriba de pescado frito con arándanos y exquisito puré de patatas con mantequilla.

 

Comer aquí te costará unas 65 coronas, poco menos de siete euros. Todo en este sitio está delicioso y, además, tienen mesas para que te puedas sentar a disfrutar la comida tranquilamente.

5. Visitar Roda Sten Konsthall

Descubre el arte más original en Roda Sten.

Roda Sten era antiguamente una sala de calderas que suministraba energía a las fábricas de la zona. Tras quedar abandonada, se convirtió en un recinto donde los grafiteros daban rienda suelta a su creatividad y se organizaban raves ilegales.

 

Aunque hay que reconocer que siempre es una pena perder un buen local de raves, lo que han hecho con este lugar es una maravilla.

 

En la actualidad es un sofisticado centro de arte y cultura con una imagen un tanto surrealista que acoge exposiciones temporales de arte experimental e insólito.

 

No te lo pierdas por nada del mundo. La entrada cuesta solo cuarenta coronas suecas (poco más de cuatro euros), así que aún te sobra para tomarte un café o un refresco después de ver las exposiciones.

 

El restaurante que hay en el interior no está nada mal y tiene unos precios asequibles (si no comes carne, te alegrará saber que los domingos todos los platos son vegetarianos).

6. Atiborrarte a chocolate

El chocolate de Flickorna Kanold. Fotos: Facebook.

Flickorna Kanold es una pequeña tienda especializada en chocolate que elabora unas trufas y unos bombones que quitan el sentido.

 

Tienen unos sabores increíbles, como queso de cabra y miel, guindilla y fruta de la pasión, fresa y ruibarbo… pero hay una trufa que se lleva la palma: la de chocolate relleno de praliné con sal extraída del mar de la propia ciudad (Göteborgstryffel Havssalt).

 

Vamos, una delicia cien por cien gotemburguesa. Puedes zamparte doce bombones por unos diecisiete euros, pero también los venden sueltos, así que ya sabes en qué invertir tu billete de diez.

7. Darte un baño en el Lago Delsjön

Las azules aguas del Lago Delsjön.

El Lago Delsjön está a unos seis kilómetros del centro de Gotemburgo y es un sitio perfecto para darse un chapuzón cuando hace calorcito.

 

Coge el tranvía número cinco en Korsvägen y en menos de diez minutos te plantarás en una parada llamada Töpelsgatan. Desde ahí tendrás que caminar un cuarto de hora para llegar a este precioso lago.

 

Si hace sol, lleva una barbacoa portátil o algo para picar además del traje de baño y la toalla (el lago es seguro para nadar) y disfruta de un día inolvidable junto al agua. No te arrepentirás.

8. Sudar en una sauna

Una sauna diferente… Fotos: Gessato.

En febrero de 2015 tuvo lugar en Gotemburgo un hecho histórico: la inauguración de una sauna pública gratuita en Jubileumsparken.

 

Según la directora del proyecto, Jessica Segerlund, este singular edificio, construido por voluntarios con materiales en su mayor parte reciclados (los vestuarios se hicieron con unas doce mil botellas de vidrio), pretende ofrecer un lugar de relax a todos aquellos que no pueden permitirse el lujo de pagar la entrada de un balneario privado.

 

Visita su página web (que de momento solo está disponible en sueco) para reservar, elige la sauna mixta o la exclusiva para hombres/mujeres, y prepárate para sudar la gota gorda y eliminar toxinas en un lugar incomparable.

9. Dedicarle una oración al bacalao en la Feskekörka

Un paraíso gastronómico en la Iglesia del Pescado. Fotos: Facebook.

La Feskekörka (que literalmente significa Iglesia del Pescado) es una especie de edén gastronómico de la ciudad. Se construyó en 1874 siguiendo el diseño del célebre arquitecto gotemburgués Victor von Gegerfelt.

 

Visto desde fuera, es un imponente templo de estilo gótico (de ahí le viene el nombre), pero por dentro es un mercado de pescado y marisco. Es una parada obligada para cualquiera que disfrute del buen comer y, además, la entrada es gratuita.

 

Muchos de los vendedores ofrecen degustaciones, así que prepárate para que se te haga la boca agua con el pescado más fresco de toda la ciudad: arenque, salmón, atún, marisco… además de pescado precocinado o listo para comer.

 

Si notas que el billete de diez lucha por salir de tu cartera, te recomiendo que te lo gastes en una ración de delicioso salmón ahumado.

10. Descubrir islas maravillosas

El archipiélago meridional de Gotemburgo está formado por islas espectaculares y te puedes plantar allí en un abrir y cerrar de ojos con el ferri que sale de Saltholmen (hasta donde puedes llegar con el tranvía número once).

 

Son islas idílicas, prácticamente vírgenes, sin coches y escasamente pobladas, en resumen, un lugar perfecto para alejarse del mundanal ruido y olvidar el trajín del día a día.

 

Hay un montón de rincones magníficos para darse un baño (a ser posible durante el verano, para evitar hipotermias, y en la isla de Vrångö, donde están los más bonitos), para organizar un pícnic, hacer senderismo o dar paseos tranquilamente en un entorno natural irrepetible.

 

Puedes visitar varias islas o quedarte en una sola, tú decides. El billete sencillo para el ferri cuesta menos de tres euros, pero, si tienes pensado explorar varias islas, te conviene cogerte el bono diario por 85 coronas (algo más de nueve euros).