Rinde homenaje a Joyce y vive un Bloomsday memorable en Dublín

“Hoy, 16 de junio de 1924, veinte años después. ¿Alguien recordará esta fecha?”

 

James Joyce escribió esta frase mientras yacía en la cama de un hospital el 16 de junio de 1924. Ese mismo día, pero veinte años antes, Joyce había enviado a un tal Leopold Bloom a pasear por Dublín durante un día entero y había compartido con nosotros cada uno de los muchísimos pensamientos que le rondaban la cabeza.

 

Dos décadas después, ahí estaba Joyce, tras haber sido operado de nuevo de la vista, cubierto de vendas y compadeciéndose de sí mismo con toda la razón del mundo. En esos momentos difíciles, se planteaba si su gran novela tendría algún impacto en los años venideros.

 

La verdad es que no tenía de qué preocuparse. Para cualquiera que haya leído de cabo a rabo el Ulises (y para los muchos a los que nos encantaría haberlo hecho), el 16 de junio es una fecha inolvidable. No es solo el día en que Joyce convirtió a Leopold Bloom en un personaje inmortal, sino que también marca el ascenso de Joyce a la categoría de mito de la literatura universal.

 

Ulises, una obra descrita con frecuencia como una de las menos leídas y de las más comentadas y discutidas de la historia, es básicamente un relato de un día en la vida de su protagonista, Leopold Bloom, pero también en la vida de Dublín, pues la ciudad acompaña al personaje en cada paso que da.

 

El Bloomsday (el Día de Bloom) se celebra por todo el mundo, aunque no hay mejor lugar para vivirlo que la capital irlandesa. Aquí te presento algunas de las cosas más joyceanas que puedes hacer en Dublín en esta efeméride única…

Vestir de punta en blanco

Elegancia a raudales en Dublín… Fotos: Facebook.

Si vas a meterte en la piel de Leopold, ¿por qué no meterte también en su ropa? Durante el Bloomsday, todo fan de Joyce que se precie se viste de pies a cabeza con trajes de la época eduardiana.

 

Las mujeres suelen lucir faldas largas (una dama no debe mostrar los tobillos), chales, sombreros pomposos y blusas, mientras que los hombres se inspiran en el atuendo funerario de Bloom (un traje negro) o se visten como el propio Joyce, con sombrero de paja, gafas redondas, pantalones cortos y tirantes, y un bastón.

 

Decidas lo que decidas, este es un día para derrochar elegancia, así que no te andes con remilgos y tira la casa por la ventana.

Tomar un desayuno pensado para la ocasión

Consiste básicamente en esto, pero añadiendo algún que otro órgano interno. ¡Riquísimo!

“Le gustaba la sopa espesa de menudillos, las mollejas, de sabor a nuez, el corazón relleno asado, las tajadas de hígado rebozadas con migas de corteza, las huevas de bacalao fritas. Sobre todo, le gustaban los riñones de cordero a la parrilla, que daban a su paladar un sutil sabor de orina levemente olorosa”.

 

Cada año, el Centro James Joyce de Dublín organiza un desayuno de Bloomsday para rendir homenaje a esos gustos un tanto peculiares de nuestro querido Bloom.

 

Las entradas suelen volar, pero no te preocupes, porque hay un montón de sitios en la ciudad que sirven un desayuno similar el 16 de junio.

 

Aunque hace falta tener estómago para hincarle el diente a algunos de los alimentos preferidos de Bloom, no sucumbas aún a las ganas de salir corriendo, porque lo que te espera es básicamente un desayuno tradicional irlandés compuesto por alubias, salchichas y white pudding. Los riñones a la parrilla son totalmente opcionales.

Hacer un tour por Dublín

Los lugares joyceanos por excelencia.

El Centro James Joyce también organiza recorridos especiales en las jornadas previas al gran día y visitas guiadas durante todo el Bloomsday.

 

Los estudiosos de la obra del novelista se encargan de llevar a los participantes por la ciudad y mostrarles algunas de las zonas de Dublín que aparecen en su novela cumbre o que tuvieron un papel importante en su vida, además de algunos de los rincones que le sirvieron de inspiración. Es una forma estupenda de conocer la ciudad de una forma diferente.

Visitar la Torre de James Joyce y el Forty Foot

La Torre de James Joyce, que en la actualidad acoge un museo sobre el escritor, en Sandycove, Dublín.

Leopold comienza su periplo en la Torre Martello de Sandycove. El propio Joyce se alojó allí por invitación de Oliver St. John Gogarty, pero se marchó como alma que lleva el diablo después de recibir un disparo de su anfitrión.

 

Hoy en día, la torre se ha convertido en un museo dedicado a Joyce, repleto de objetos interesantes y al que se puede llegar enseguida desde la ciudad gracias al DART (el tren de cercanías de Dublín).

 

Si eres valiente, después de la visita puedes emular al personaje de Buck Mulligan e ir a darte un chapuzón en el cercano Forty Foot. Aunque lo mejor es que ignores la descripción que hace de él Joyce…

 

“El mar verdemoco. El mar tensaescrotos”.

 

Bajo mi punto de vista, el color es más azul cerceta que verde moco. Sobre lo segundo no puedo opinar…

Comprar jabón en Sweny’s

Jabones y literatura se dan la mano en Sweny’s. Fotos: Facebook.

En la novela, Leopold Bloom acude a la farmacia Sweny’s para comprar una loción de cera blanca y agua de azahar para Molly. Sin embargo, al igual que el resto de mortales, no es inmune a las compras impulsivas y, tras olerla, decide llevarse también una pastilla de jabón de limón.

 

La farmacia dejó de funcionar como tal en 2009, y ahora un grupo de voluntarios amantes de Joyce llevan el local y organizan lecturas de su obra.

 

Si tienes la oportunidad, te recomiendo que acudas a una sesión y que compres un jabón de limón, que aún se vende allí. Es un lugar estupendo gestionado por gente encantadora, así que no te lo pierdas.

Visitar el cementerio de Glasnevin

Admiradores de Joyce en el cementerio de Glasnevin. Fotos: Facebook.

El cementerio de Glasnevin es un lugar interesante que merece la pena visitar cualquier día del año, y más aún si cabe en el Bloomsday.

 

El capítulo Hades de Ulises se desarrolla en este camposanto y no solo eso, sino que también es el lugar en el que reposan los restos mortales de los padres del escritor.

 

Durante el día se organizan eventos especiales, desde un desayuno y comida de Bloomsday hasta representaciones, lecturas, una obra teatral y tours especiales del propio cementerio.

 

Probablemente te topes con admiradores acérrimos del novelista, vestidos de pies a cabeza para la ocasión, que llegan en caballo o carruaje.

Descubrir la península de Howth Head

Howth Head.

Recorre el Cliff Path Loop en la preciosa península de Howth Head, el lugar en el que Leopold Bloom le pide matrimonio a Molly durante un pícnic.

 

Móntate en el DART y vete para allá con la comida preparada (si incluyes cerveza y sardinas en el menú, te llevarás unos puntos de fidelidad extras). Es un paseo muy bonito, y además no hace falta que le pidas la mano a nadie.

 

Aunque sería muy romántico que lo hicieras… Ahí lo dejo.

Ir de pub en pub

Una cita de Ulises.

El primer Bloomsday propiamente dicho se celebró en 1954 de la mano de Patrick Kavanagh, uno de los poetas y novelistas más célebres de Irlanda.

 

El plan era seguir los pasos de Leopold en coches tirados por caballos. En lugar de eso, se convirtió en una noche de juerga por los pubs de la ciudad que acabó con los carruajes tirados por doquier y un nivel de alcoholemia considerable entre los literatos.

 

La verdad es que como celebración no está nada mal, así que si quieres puedes emularlos y recorrer algunos de los locales que se mencionan en Ulises.

 

Eso sí, lo mejor será que no te acerques demasiado a ningún coche de caballos, por lo que pudiera pasar.

Tomar sándwiches de gorgonzola y vino tinto en Davy Byrne’s

Davy Byrnes aún sigue allí, pero la Curio Shop no sobrevivió.

“El señor Bloom comió sus tiritas de sándwich, fresco pan limpio, con dejo de desgano, mostaza acre, olor a pies del queso verde.

 

Sorbos de vino le suavizaron el paladar”.

 

Los sándwiches de gorgonzola son otro de los manjares (por llamarlos de algún modo) que aparecen en Ulises. Bloom se come uno en el pub Davy Byrne’s y lo acompaña de una copa de vino tinto.

 

El local aún existe y los sándwiches de gorgonzola siguen apareciendo en la carta, así que puedes ir a tomarte uno para matar el gusanillo.

 

No te olvides de pedirte también un vino tinto (por eso de serle fiel a la historia, más que nada). Si vas en el Bloomsday, te encontrarás un local abarrotado y un ambiente increíble.

 

Vuelos a Dublín

 

- Dee Murray