Siete lugares imprescindibles en una visita guiada por Atenas

Si tienes por delante un par de horas para explorar una ciudad nueva, puedes elegir entre varias opciones.

 

Plan A: Ir a lo seguro y hacer un tour en autobús, de esos que te permiten subirte y bajarte todas las veces que quieras para ver aquello que más te interesa.

 

Plan B: Malgastar parte de ese valioso tiempo intentando orientarte y encontrar por tu cuenta los monumentos y lugares que te recomiendan en una guía.

 

Plan C: Dejar que alguien de la ciudad te enseñe los rincones imprescindibles y volver a casa con la sensación de haberla conocido en profundidad.

 

Hace poco estuvimos en Atenas y decidimos hacer un recorrido “relámpago” por la capital griega con Greeking.me, una empresa que acaban de fundar dos jóvenes atenienses, Nikos Theodoris y Anna Manias.

 

Los tours privados que ofrecen pretenden poner a tu disposición experiencias auténticas, como clases de cocina o de bailes griegos, o paseos por los barrios más interesantes de la ciudad.

 

Aquí os traemos siete lugares imprescindibles que descubrimos durante nuestro recorrido mañanero…

La ceremonia del cambio de guardia

No os acerquéis tanto. Atrás. Echaos un poco para atrás. El grupo de curiosos sigue las instrucciones con paso lento pero seguro. Se alejan un poco y nos dejan espacio para que podamos inmortalizar a los famosos soldados evzones cuando están a punto de comenzar la tradicional ceremonia del cambio de guardia.

 

Mientras los miramos embobados, comienza un baile robótico y cuando menos peculiar repleto de patadas al aire. Las cámaras de fotos apenas dan abasto.

 

Nos alejamos de la jungla de palos de selfi para que nuestra guía, María, nos pueda explicar la historia que se esconde tras estos guardias vestidos con medias blancas y faldas plisadas que lanzan las piernas hasta una altura asombrosa.

 

“Son la guardia de élite del ejército heleno y su misión consiste en proteger el Monumento al Soldado Desconocido. Los seleccionan por su altura y aspecto físico; si os fijáis bien en su cara, veréis que los dos soldados se parecen bastante, y no es algo casual.

 

Representan a su país ante el mundo, así que siempre eligen a los que tienen mejor presencia”. Los miramos fijamente y sí, damos fe de que las palabras de nuestra guía son ciertas.

Plaka

Cruzamos la plaza Síntagma y continuamos hacia el barrio de Plaka.

 

Por el camino, pasamos por delante del famoso Brettos, un bar minúsculo cuyas paredes están cubiertas de botellas de colores desde el suelo hasta el techo, para luego hacer una parada en una tienda familiar especializada en productos selectos del país, como las delicias griegas, unos dulces que, como nos indica nuestra guía con toda la convicción del mundo, proceden de Grecia y no de Turquía.

 

Probamos miel con matisha (una resina dulce), varios licores y unos baklava, y a continuación proseguimos la marcha hacia la Acrópolis.

 

María nos ofrece una breve clase de historia sobre el Ágora Romana y la Torre de los Vientos, y después nos detenemos para tomar un café griego tradicional, riquísimo, dulce y espeso, en las pintorescas escaleras de Plaka.

Anafiotika

El precioso barrio de Anafiotika, un verdadero paraíso para amantes de la fotografía, nos enamora con sus casitas encaladas; cualquiera diría que la marea las ha traído desde una isla de las Cícladas. Siguiendo las flechas que nos indican dónde está la Acrópolis, recorremos las callejuelas repletas de buganvillas y macetas azul cobalto.

Arte callejero

Atenas es un museo vivo que combina de forma maestra lo nuevo y lo antiguo. En las modernas paradas de metro de la ciudad, los viajeros pasan por delante de urnas con hallazgos arqueológicos.

 

En Plaka, hay un cine en una azotea donde se pueden ver películas con la Acrópolis como telón de fondo. En Anafiotika, las casitas blancas comparten espacio con geniales muestras de arte callejero.

La Acrópolis

Nos detenemos para admirar el monte Licabeto antes de proseguir por la calle peatonal Areopagito Dionisou.

 

Pasamos por delante del Museo de la Acrópolis (una excelente obra arquitectónica en sí mismo, en el que la última planta parece capturar las columnas creando una magnífica ilusión óptica).

 

Y, al fin, aparecen ante nuestros ojos el icónico Partenón y sus templos de color marfil en toda su gloria. María nos explica que la palabra “acrópolis” hace referencia a la parte más alta de una ciudad, alrededor de la cual se erigían el resto de edificaciones en la Grecia antigua.

 

Constituían un lugar seguro cuando la ciudad sufría una invasión y, a día de hoy, aún dan la impresión de estar cerca, pero al mismo tiempo fuera de nuestro alcance.

Monastiraki

Después de haber subido al menos un millón de fotos a Instagram, nos dirigimos a Monastiraki, un barrio repleto de puestos en los que se puede encontrar de todo, desde antigüedades e instrumentos musicales hasta maquillaje y zapatos.

 

El barrio tiene un espíritu joven y bohemio, con plazas pintorescas y una oferta muy interesante de cafeterías y restaurantes “secretos”. Uno de nuestros grandes hallazgos es Couleur Locale, que desde el exterior parece una modesta tienda de antigüedades.

 

Siguiendo las indicaciones de Nikos, entramos al local y un ascensor nos lleva hasta un fabuloso bar situado en la azotea del edificio, desde el que disfrutamos de unas vistas grandiosas de la Acrópolis.

Psiri

Nuestra guía nos comenta que no podemos dar por finalizado nuestro recorrido por Atenas sin haber probado el tradicional panecillo koulouri y nos explica que To Koulouri tou Psyrri sirve los mejores de toda la ciudad.

 

Con la puesta de sol, el barrio de Psiri se transforma en el alma de la vida nocturna ateniense, pero en esta tranquila mañana solo se oye el suave sonido de las tazas al golpear los platos en las terrazas de las cafeterías.

 

El célebre To Koulouri tou Psyrri ha abierto ya, así que, con nuestros panecillos en mano, terminamos la visita turística, felices no solo por haber conocido un poco más la ciudad, sino por haberla vivido como auténticos atenienses.

 

Vuelos a Atenas

 

- Fiona Hilliard