Starkbierzeit: el festival de la cerveza de Múnich del que no has oído hablar…

No queda prácticamente un alma en el mundo que no haya oído hablar del Oktoberfest, una fiesta gloriosa que se celebra en otoño y que convierte la ciudad de Múnich en un auténtico desparrame de alcohol y Bratwurst.

 

Todos los años, a partir de finales de septiembre, nuestros vuelos a Memmingen (al oeste de Múnich) se llenan de miles de hedonistas dispuestos a unirse a los más de seis millones (sí, has leído bien) de amantes de la cerveza y fiesteros varios que abarrotan la ciudad y a meterse entre pecho y espalda todas las cervezas alemanas y salchichas que entren en su campo visual.

 

Sinceramente, es de agradecer que este evento solo se celebre una vez al año. Yo estuve una vez y la resaca me duró cerca de once meses (sin exagerar), así que tiene lógica que te dejen tanto margen para recuperarte por completo y volver con aún más ganas si cabe la siguiente edición.

 

Si eres de los que mueren por la cerveza y eres inmune a las resacas de caballo, te traigo una buena noticia: no hace falta que dejes los Lederhosen cogiendo polvo en el armario durante un año entero hasta que se celebre el siguiente Oktoberfest porque hay otro festival mucho menos conocido que tiene lugar en el mes de marzo y que no deberías perderte.

Starkbierzeit

Tu “estrella guía” durante el Starkbierzeit. Crédito de la foto: Adrián Valenzuela en Flickr

Podría decirse que este festival es el hermano pequeño y borrachuzo del Oktoberfest. ¿Por qué digo lo de pequeño? Porque lo es.

 

Es como el Oktoberfest de los bávaros, el sitio al que acuden los lugareños para disfrutar de su ciudad y de su cerveza sin tener que abrirse paso a codazos entre los millones de visitantes, sin colas interminables en los puestos, con calles más tranquilas, un ambiente mucho más relajado y, lo más importante de todo, precios mucho más razonables (el alojamiento es más barato y fácil de encontrar, y podrás tomarte una cerveza por hasta tres o cuatro euros menos que durante el Oktoberfest).

 

¿Y por qué digo lo de borrachuzo? Pues porque el nombre de este evento significa algo así como “fiesta de la cerveza fuerte”.

 

En este festival, aunque el nivel de alcoholismo general no alcanza el del Oktoberfest (un punto a favor para muchos de los visitantes), las cervezas que sirven te pueden dejar fuera de juego antes de que te des cuenta.

 

Y es que para que una Starkbier se considere como tal debe tener una graduación mínima del 7,5 %.

 

A mí lo que más me chifla de este festival es su historia. Los primeros en elaborar este tipo de cerveza fueron unos monjes (¡viva el ascetismo!).

 

Lo hicieron con el objetivo de que les diera fuerzas en la cuaresma, cuando tenían que ayunar durante cuarenta largos días con sus cuarenta noches.

 

Así que estos monjes se dedicaban a producir cerveza extrafuerte que les ayudara a soportar el hambre voraz que debían de pasar.

 

La verdad es que esto contradice esas sabias palabras que he oído toda mi vida y que aconsejan comer algo antes de empinar el codo para así formar una película protectora en el estómago y evitar que el alcohol cause estragos, pero ¿quién soy yo para cuestionar a esos santurrones?

 

A la hora de bautizar el nuevo brebaje, barajaron varios nombres sencillitos como ellos solos, incluyendo “bendita cerveza del padre” o “sagrado óleo de San Francisco”, antes de decidirse a llamar a las cosas por su nombre y decantarse por “Salvator” (salvador).

 

Estos monjes y los de la Abadía de Buckfast, responsables de crear el vino tónico, han conseguido que empiece a sentir un profundo respeto por la vida monástica.

Ante vosotros… ¡el salvador! Crédito de la foto: Seph Swain en Flickr.

Ahora, volviendo al festival… El objetivo principal de cualquiera que lo visite es, obviamente, tomar cantidades industriales de Starkbier.

 

La mayoría de marcas más populares salen de las cuatro fábricas de cerveza principales de la ciudad: Paulaner, Augustiner, Unions y Löwenbräu.

 

Aunque la cerveza sea el único motivo por el que acudes a este festival, no podrás evitar caer rendido ante el despliegue de encantos bávaros que encontrarás por doquier, y no nos referimos solo a los generosos escotes de las mujeres con sus Dirndl.

 

De hecho, se organizan concursos de transportar cerveza, cortar madera y levantar piedras, concebidos para que los recios bávaros puedan hacer un alarde de músculo.

 

Si la idea de presenciar estas competiciones ya te parece divertida, espera a verlas después de haberte pimplado un par de Starkbier de nueve grados.

 

Aunque esta cerveza recibe el sobrenombre de “alimento líquido”, mi consejo es que comas algo si no quieres acabar hecho unos zorros.

 

El restaurante Paulaner am Nockherberg es un buen sitio para degustar la gastronomía tradicional y cuenta con una cervecería para empezar a ponerte a tono.

 

Además, puedo confirmarte por experiencia propia que las Bratwurst y los pretzels son dos opciones estupendas y bien baratas para “empapar” el alcohol.

 

Por último, tengo que advertirte de que en este festival no encontrarás el espectáculo ni la locura que caracterizan el Oktoberfest, así que no esperes atracciones de feria ni carpas gigantes, pero es la elección perfecta si quieres vivir una fiesta de la cerveza que aún conserva su esencia, sentirte como un bávaro más y gastarte bastante menos dinero.

 

O, si te ves incapaz de esperar seis meses más a que dé comienzo el festival cervecero por excelencia, el Starkbierzeit es genial para matar el gusanillo.

 

Vuelos a Múnich

 

- Dee Murray