Tres sencillos pasos para comer de fábula en Barcelona

Recorrer las calles de Barcelona en busca de un local decente donde sentarte a comer puede resultar una misión complicada. De hecho, si decides probar suerte y meterte en el primero que veas, es posible que la experiencia acabe siendo un fiasco.

 

Es la maldición de las ciudades más visitadas del mundo: hay un montón de restaurantes mediocres que tratan de sacarles el dinero a los turistas (no tienen que fidelizarlos como clientes, así que en algunos casos la atención y los platos dejan mucho que desear) y encontrar locales que de verdad merezcan la pena se convierte en una tarea ardua.

 

Sin embargo, los buenos restaurantes existen de verdad; están ahí fuera, esperando a que des con ellos. Por desgracia, la vida es corta y las escapadas a destinos como Barcelona suelen serlo aún más, y no puedes malgastar tu precioso tiempo buscando una aguja en un pajar.

 

Lo que está claro es que no debes resignarte a comer (y gastarte el dinero) en un local del montón. Por eso, aquí van tres pasos clave para solucionarte el tema gastronómico y que comas de fábula al menos una de las noches que estés allí:

 

1.    Camina, coge el metro o ve en taxi hasta Poble Sec.

2.    Busca el Carrer de Blai.

3.    Zámpate todo lo que te encuentres a tu paso.

El amor no tiene edad…

El Carrer de Blai es una calle peatonal situada en Poble Sec, el nuevo barrio de moda y meca de los hipsters de la capital catalana.

 

Yo me topé con ella de chiripa mientras deambulaba sin rumbo fijo con unos amigos en busca de algún lugar donde coger fuerzas antes de dirigirnos al Sónar by Night, y acabó siendo una de las experiencias más memorables de todo el viaje.

 

La calle está repleta de pequeños locales con terraza donde se come de maravilla, de parejas de ancianos paseando tranquilamente agarrados de la mano y de gente tomando algo y disfrutando de la buena compañía.

 

Es el típico sitio donde te apetece pasar el rato, sobre todo sabiendo que puedes pedir un pincho por un euro y unas tapas por la mitad de lo que pagarías en otras zonas más turísticas de la ciudad.

 

Hay un montón de bares, tabernas y restaurantes entre los que elegir, así que la única opción sensata es mandar la dieta a la porra y entrar en todos los que puedas. Empieza tu peregrinaje gastronómico en el extremo de la calle que cruza la Avenida del Paralelo y sacia tu apetito en estos locales increíbles que te recomendamos:

Blai Tonight

Estos pinchos podrían ganar un concurso de belleza.

Esta taberna es perfecta como punto de partida para iniciar la ruta. Es un local diminuto y lo más probable es que no haya hueco para sentarse, así que lo mejor es ir al comienzo de la noche, cuando aún tienes energía de sobra y no te han empezado a flaquear las piernas por un exceso de comida o alcohol.

 

Nadie puede negar que en Blai Tonight dominan el arte de hacer pinchos. Sus elaboraciones están riquísimas, son originales y además da gusto verlas. Tienes más de treinta para elegir: gambones, huevos de codorniz, quesos, chorizo, patatas con alioli… Encima, los pinchos solo cuestan un euro.

 

Aunque te parezca una tarea cuasi imposible, intenta no atiborrarte, recuerda que te esperan otras cuatro paradas en esta ruta gastronómica. Tómate un par de pinchos y una bebida, sal del local, gira a la derecha y luego coge la primera calle a mano izquierda. Camina unos treinta segundos y habrás llegado a tu próximo destino…

Quimet & Quimet

¡Cuánto brillo!

Este es otro local para tomar algo de pie, en plan informal, y es uno de los más populares de Barcelona, así que es muy probable que te lo encuentres abarrotado. Cuando llegues, te alegrarás de no haberte hinchado en el bar anterior, porque en Quimet & Quimet la comida está para chuparse los dedos; es un sitio perfecto para aficionados a la buena gastronomía y, sobre todo, para incondicionales del marisco.

 

Sus croquetas son de las mejores de la ciudad (y puede que del mundo entero), las gambas con caviar y pimiento rojo están de escándalo y la carrillada de cerdo ibérico es motivo suficiente para que hagas la maleta, te mudes a Barcelona, vendas hasta la última de tus pertenencias y te gastes todo lo que ganes en raciones ilimitadas.

 

La selección de vinos es fantástica y también son expertos en calamares. Lo importante es que recuerdes que este bar forma parte de una ruta y que, aunque sea duro admitirlo, no te puedes quedar para siempre. Así que haz de tripas corazón, vuelve sobre tus pasos hasta el Carrer de Blai y entra en el primer local que verás a tu izquierda.

Tasqueta de Blai

Tapas sencillas pero exquisitas.

Con un poco de suerte igual encuentras hueco en las mesas de la terraza. Si no, puedes sentarte dentro. Si están todas ocupadas, pues toca estar de pie, pero a quién le importa… Te lo estás pasando de miedo, te estás empapuzando a vino, cerveza, cava o sangría (o, ya puesto, a un poco de cada) y estás comiendo cosas riquísimas. Lo de pillar sitio en una mesa es secundario.

 

En esta taberna los pinchos también cuestan un euro, todo está exquisito, los camareros son majos como ellos solos y el ambiente es increíble. Los pimientos de padrón, por ejemplo, están de vicio, al igual que el pulpo, que está tierno por dentro y crujientito por fuera. Además, el cava y las jarras de sangría son baratísimos.

 

Si tienes la oportunidad, merece la pena volver a este local durante el día (el horario de apertura es más amplio que en otros locales de la misma calle), sentarse en la terraza y comer y beber como si no hubiera un mañana.

Blai 9

El sabor no defrauda.

Blai 9 es la cuarta parada de nuestra deliciosa ruta. Puede que, para cuando llegues, esté a rebosar y tú ya empieces a notar los efectos del cava. Pues nada, toca recomponerse porque los pinchos de este local hay que saborearlos y apreciarlos como merecen.

 

La verdad es que en Blai 9 son bastante creativos y tienen un gran sentido estético y, en lugar de colocar sus deliciosos ingredientes encima de una simple rebanada de pan, los sirven en pequeños crepes, quesadillas, pitas, rollitos y todo tipo de envoltorios ricos en hidratos de carbono. No solo tienen una pinta estupenda, sino que lo mejor de todo es que el sabor supera con creces las expectativas.

 

Los pinchos de los platos blancos cuestan un euro; los de los platos negros, euro y medio. Las minihamburguesas y las tortitas de chorizo están de miedo. Los rollitos de arroz negro y calamar ya ni te cuento, y además vienen coronados con un langostino. Para beber, pídete uno o varios de sus riquísimos mojitos.

La Churre

El broche de oro a la ruta.

A ver, voy a dar por sentado que eres un ser humano normal y corriente y tienes un segundo estómago específico para postres que nunca se llena, independientemente de la cantidad de platos salados que te hayas metido entre pecho y espalda.

 

Por eso, para la última parada de esta ruta, te recomiendo que sigas avanzando en la misma dirección hasta llegar al final de la calle, y a la izquierda verás un local nada pretencioso llamado La Churre.

 

Entra y pídete unos churros con chocolate. Los churros son una maravilla; están dulces, blanditos por dentro y crujientes por fuera, como debe ser, y cumplen su función a las mil maravillas (sí, la de llevar cantidades ingentes de chocolate desde la taza hasta tu boca).

 

No hay mejor forma de terminar una ruta gastronómica por Poble Sec.

 

Vuelos a Barcelona

 

- Dee Murray