Viva el hygge: dos días en Copenhague

Empecemos por lo importante: la cantidad de gente guapa por metro cuadrado que te encuentras en la capital danesa es sorprendente. Es como estar en un catálogo de Hollister, pero con más ropa.

 

Antes de ir, no es mala idea pasarse por una tienda de esta marca para así irse preparando psicológicamente. Así la transición será más sencilla.

 

Una vez asimilado ese hecho sorprendente, lo primero que deberías hacer es comprar la tarjeta turística Copenhagen Card, que te permite viajar gratis en autobús, metro y tren, y además incluye la entrada a 73 museos y descuentos en algunos bares y restaurantes.

 

Resumiendo: con esta tarjeta ahorrarás un montón de dinero. La de tres días cuesta 85 euros para un adulto y hasta dos niños menores de diez años, si es que decides arruinarte las vacaciones llevando a tus hijos... (guiño, guiño). Como soy padre, se me permite decir estas cosas.

 

Además, te puedes descargar la tarjeta directamente al móvil a través de la aplicación.

Cómo moverse por la ciudad

Tus básicos para moverte por Copenhague.

Para ir del aeropuerto al centro de la ciudad, lo más rápido es coger el metro (el trayecto dura solo veinte minutos).

 

En Copenhague hay un servicio de autobuses urbanos rápido y puntual las 24 horas del día, con lo que podrás desplazarte cómodamente de un sitio a otro cuando haga un tiempo horrible, te pueda la pereza y no tengas ganas de mover ni un músculo, o quieras alejarte del centro.

 

Aunque la ciudad tiene un tamaño adecuado para descubrirla a pie, lo mejor es apostar por la bici, porque prácticamente todas las calles cuentan con un carril bici, y además son superseguros.

 

De hecho, hasta los conductores consideran a los ciclistas parte del tráfico en lugar de objetivos a los que llevarse por delante.

 

El hotel en el que nos alojamos tenía su propia flota de bicicletas a disposición de los huéspedes. Al parecer, es algo bastante habitual, así que pregunta en recepción si el tuyo también cuenta con ese servicio.

Dónde alojarse

Habitación del Andersen Hotel Copenhagen. Foto de Neil Arthurs Photography.

En Copenhague hay muchísimos hoteles para todos los presupuestos. Nosotros elegimos el Andersen Boutique Hotel, en el barrio de Vesterbro, un hotel moderno y familiar con un desayuno bastante rico y degustación de vino gratuita para los huéspedes a las cinco de la tarde.

 

Vesterbro es un barrio de moda que está a solo un paso del distrito en el que mejor se puede exprimir la noche, una zona repleta de bares singulares, restaurantes interesantes y discotecas de música atronadora.

 

Si te alojas aquí, podrás llega en un pispás al centro caminando en una dirección y al Frederiksberg, un barrio de estilo parisino con estupendas boutiques y cafeterías, si avanzas en la dirección contraria. Vamos, que no se puede pedir más.

Dónde comer y beber

Cena en Kompasset. Foto de Neil Arthurs Photography.

Copenhague es famosa por el smørrebrød, que es básicamente una rebanada de pan de centeno con carne, pescado, queso o cualquier otra cosa que se te ocurra.

 

En nuestro viaje, elegimos el restaurante Kompasset (en la zona de Nyhavn) a la hora de la cena para degustar este plato típico. Como verás en el vídeo, no es lo único a lo que le hinqué el diente… Tenían un menú navideño, así que no pude evitar probarlo.

 

Para acompañar, me tomé una cerveza artesana, intercalando unos sorbos de Aquavit (o Akvavit) como un auténtico escandinavo, y salí del local bien orondo y feliz.

Comida en Peder Oxe. Foto de Neil Arthurs Photography.

Animados por la experiencia tan positiva de la noche anterior y siguiendo el consejo de uno de los clientes del Kompasset, decidimos comer en Peder Oxe.

 

Este restaurante tiene un ambiente mucho más relajado, con lámparas de techo antiguas y una chimenea. Para mí, es el ejemplo más tangible que se puede encontrar del hygge (el arte de crear algo íntimo, cómodo y agradable donde sentirse a gusto).

 

La carta ofrece una selección de platos daneses tradicionales con un toque francés. El restaurante está en Gråbrødretorv, una pintoresca y céntrica plaza, y es una elección estupenda para recargar las pilas después de una jornada pateándote la ciudad de arriba a abajo.

Cervezas en el Mikkeller Bar. Foto de Neil Arthurs Photography.

En Copenhague hay muchísimos locales que elaboran sus propias cervezas artesanas, así que seguro que encuentras uno que te conquiste. Nosotros dimos con una verdadera joya en Viktoriagade, una calle que une Istedgade y Vesterbrogade.

 

En el Mikkeller Bar tienes veinte cervezas de grifo para elegir, muchas de ellas de su propia invención, además de otras tantas internacionales. El bar tiene una decoración minimalista y un ambiente moderno pero íntimo.

 

Si estás soltero y tienes el Tinder que echa humo, este es un buen local para llevar a tu futura mujer o futuro marido tinderiano.

 

No se puede negar que es un bar de moda, pero el público que se reúne allí es una buena combinación de gente cool y personas normales y corrientes del barrio. A mí ponme una Vesterbro IPA bien fría, por favor.

El triplete turístico

Los Jardines Tivoli de noche. Foto de Neil Arthurs Photography.

Los Jardines Tivoli son uno de los parques temáticos más antiguos de Europa. Se cuenta que el motivo de su construcción fue que alguien le dijo al rey de Dinamarca que la gente no piensa en política cuando está entretenida.

 

La verdad es que a mí se me escapa por qué alguien iba a pensar en política por voluntad propia, pero bueno… Vuelvo a lo importante, que enseguida me pongo a divagar.

 

En el interior hay montañas rusas para los que buscan emociones fuertes, jardines preciosos, restaurantes, bares y, si tienes la suerte de visitarlo cuando lo hicimos nosotros (a partir del 16 de noviembre), uno de los mercadillos navideños más famosos de Europa.

 

Si viajas con niños, este sitio es una gozada, te aseguro que lo van a disfrutar a tope. Hasta yo, que me parezco bastante a Scrooge, de Cuento de Navidad, fui capaz de apreciar la magia del lugar.

Recorrido en barco por la ciudad. Foto de Neil Arthurs Photography.

Vamos con el número dos del triplete turístico: un tour en barco por Copenhague… Vale, reconozco que es hacer trampa, pero técnicamente es una sola actividad.

 

Y, de hecho, es la mejor forma de descubrir todo lo que la ciudad puede ofrecer: el Palacio de Christiansborg, el Banco Nacional de Dinamarca, la Ópera, la Sirenita, el parque Amaliehaven, la Iglesia de Nuestro Salvador, el Diamante Negro… Cuando hicimos el tour, tuvimos la enorme suerte de que cientos de forofos portugueses nos amenizaran el trayecto gritándonos “Porto, Porto, Portoooo” cada vez que pasábamos por debajo de un puente.

 

Esa noche había partido de la Champions y el Porto se enfrentaba al København. Fue empate, por si te ha entrado curiosidad.

El interior de la Torre Redonda. Foto de Neil Arthurs Photography.

Si quieres disfrutar de unas incomparables vistas panorámicas de la ciudad, no te puedes perder el número tres de esta pequeña lista: la Rundetaarn, en la calle Købmagergade.

 

El ascenso a través del pavimento serpenteante en el interior de esta torre redonda es increíble, y hay un montón de salas interesantes en las que descubrir la historia de este edificio, construido en el siglo XVII como observatorio astronómico.

 

Por cierto, si has comprado la Copenhagen Card, no tendrás que aflojar ni un euro por ninguna de estas tres actividades.

El puente

Sí, hablo del mismo que sirvió de inspiración para la famosa serie de televisión. El Puente de Øresund conecta Copenhague con la ciudad sueca de Malmö y es el más largo de Europa que combina vías de tren y carreteras.

 

El trayecto en tren cuesta unos cuarenta euros, y es una forma muy cómoda de tachar dos países de tu lista en un único viaje. Por cierto, no te olvides el pasaporte.

 

El último consejo que voy a darte es que organices la escapada con antelación. Copenhague no es una ciudad barata, pero, si sabes a qué sitios ir y planificas con cabeza, podrás disfrutar de unas vacaciones estupendas por muy poco.

 

Vuelos a Copenhague

 

- Brian Finucane