Cinco lugares para huir del frío en Fuerteventura

Cuando los días son cortos, oscuros y fríos, a algunos solo nos apetece huir hacia el sur, en busca del calor sempiterno de las Islas Canarias, no en vano conocidas como las islas afortunadas, un sobrenombre que tiene como origen un mito griego.

 

Ve guardando el abrigo porque te proponemos la mejor medicina para la apatía invernal, un fin de semana en Fuerteventura, con vuelos directos desde Barcelona, Madrid o Sevilla.  

 

Cuando empieces a planear tu escapada a Fuerteventura, no dejes que te engañe su tamaño. Parece pequeña pero es la segunda isla más grande de Canarias, después de Tenerife. Así que no olvides reservar un coche para moverte con total libertad por la isla y descubrir por qué la llaman la isla de la calma.

Isla de lobos, imprescindible

Aunque técnicamente no se encuentra en la isla de Fuerteventura sino a dos kilómetros de ésta, la isla de lobos es un must en tu fin de semana en Fuerteventura. Con apenas 4,5 km2, este islote volcánico es el refugio perfecto para los que buscan calma. 

Y es que literalmente no hay demasiado que hacer, pues solo se puede acceder en ferry y con un permiso especial gratuito, que algunas navieras se encargan de gestionar. Una vez en la isla, puedes pasear por sus senderos volcánicos, subir a lo alto de la Caldera, un cono volcánico de 127 m de altitud desde el cual se ven las cercanas islas de Fuerteventura y Lanzarote o relajarte en las aguas turquesas de la playa de El Puertito, sin duda una de las mejores playas de Fuerteventura.

El permiso permite visitar la isla de Lobos en dos horarios (mañana o tarde), por lo que te recomendamos que en tu mochila lleves agua y crema solar, además de algo para comer, pues solo encontrarás, a pocos metros del muelle del ferry, el restaurante de Antoñito. Deberás reservar en cuanto llegues a tierra.

Parque Natural Dunas de Corralejo

De frente al islote de Lobos, de vuelta ya en la isla de Fuerteventura, encontramos una de las estampas más famosas de Fuerteventura: las dunas de Corralejo. Conducir por la FV-1, que une Corralejo con Puerto del Rosario, es todo un espectáculo, con el mar a un lado y las dunas doradas al otro, mientras la arena cruza sobre el asfalto, transportándonos automáticamente a algún país de oriente medio. 

Acceder al Parque Natural de las Dunas de Corralejo es muy fácil y solo basta alejarse un poco de los diferentes aparcamientos para sentir que estás en medio del desierto, aunque con el mar siempre a la vista.

Puedes aprovechar también para pasear por la orilla del mar antes de que atardezca (o si eres madrugador, es un buen lugar para ver amanecer), pasando junto a las curiosas casetas de vigilancia que seguro te recordarán a las de los vigilantes de la playa. 

Aguas verdes, paz entre la tempestad

El mar suele estar furioso en Fuerteventura, por ese motivo son muchos los que vienen a practicar surf en Fuerteventura. Aunque asociemos Fuerteventura a largas playas de arena dorada como las de Sotavento, hay pequeños rincones donde bañarse con tranquilidad. Uno de ellos son las piscinas naturales de Aguas Verdes, al oeste de la isla. Las rocas actúan de barrera natural y mantienen el agua a buena temperatura, por lo que bañarse aquí es un lujo. 

Para llegar, solo tienes que introducir en tu GPS “aguas verdes” y llegar hasta la playa, donde hay espacio para aparcar. Eso sí, recomendamos tener cuidado con el coche de alquiler pues la carretera se convierte en una pista sin asfaltar algo empinada.

Betancuria, el corazón de la isla

Seguimos en la parte oeste de la isla, aquella que parece sacada de otro planeta. A medida que la carretera de reviradas curvas va ascendiendo, nos cruzamos con varios ciclistas intrépidos que osan desafiar al viento que da nombre a la isla. Desde lo alto del puerto de montaña, en el mirador de Guise y Ayose, tenemos una de las mejores vistas de Fuerteventura: el parque Rural de Betancuria, una imagen que bien podríamos asociar a Marte.

Las estatuas de casi cuatro metros de altura representan a los Antiguos Reyes de Fuerteventura, que gobernaban los dos reinos en los que se dividía la isla en 1402. Sin duda, el paisaje desde aquí es espectacular por su color y por su aridez.

Pero la verdadera razón de pasar por este mirador es llegar a Betancuria, en pleno corazón de la isla, pues se trata de uno de los pueblos más bonitos de Fuerteventura, y durante mucho tiempo, su capital.

Betancuria es, como se suele decir, chiquito pero matón. El municipio menos poblado de Fuerteventura pero a la vez el de mayor interés artístico, ubicado además en una de las zonas menos desérticas.

 

Da gusto pasear por sus calles empedradas y flanqueadas por edificios blancos, que podrían estar perfectamente en cualquier ciudad colonial de América latina. Desde sus balcones se pueden ver los palmerales que lo rodean, o incluso iniciar una de las múltiples rutas de senderismo por la zona.

Cuevas de Ajuy, un viaje en el tiempo

Para llegar a Ajuy es mejor deshacer camino, sobre todo si tenemos tendencia a marearnos en carretera. Ajuy es un lugar peculiar, un pueblecito de tradición pesquera y casas blancas a orillas de una playa de arena negra, siempre bañada por un intenso oleaje.

Además de poder degustar un plato de pescado fresco acompañado por las tradicionales y deliciosas papas arrugás con mojo en alguno de los bares de primera línea, no puedes perderte las cuevas de Ajuy, una formación rocosa más antigua incluso que la propia isla de Fuerteventura. Se llega a ellas andando unos 20 minutos por un sendero que parte del pueblo y bordea los acantilados. Por el camino te cruzarás con unos simpáticos habitantes majoreros, también conocidos como ardillas morunas.

Dicen que desde el interior podrás encontrar uno de los mejores atardeceres de Fuerteventura… pero dejaremos que lo descubras por ti mismo, no te haremos spoilers.

 

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